Ramiro Rubio

Una presencia añorante

Una presencia añorante
Ramiro Rubio
15 de abril del 2016

En varias zonas del país, el Estado solo aparece como concepto
 

“El periodista indio D.A. Karaka encontró un día en un campo de Jullundar a un anciano que agitaba una hoja de un cuaderno escolar. Había hecho que un escribano público redacte en ella una lista de todos los bienes que había tenido que abandonar en Pakistán —su vaca, su casa, sus charpoy, sus utensilios, su arado— con la estimación de su valor. La suma total ascendía a 4,500 rupias. Iba ahora a presentar esta factura al Gobierno para que le reembolsara su importe.

 

—¿Qué Gobierno? —se asombró el periodista.

—Mi Gobierno —respondió el anciano. Luego, con conmovedora ingenuidad, añadió.

—Perdón, master, ¿puede usted indicarme dónde puedo encontrar a mi Gobierno?

(Lapierre, Dominique. Esta noche, la libertad)

 

La pregunta que cierra el diálogo entre el periodista y el anciano se da en un contexto irrepetible: en 1947, cuando quinientos millones de personas —entre indios y musulmanes— se encontraron, de un día para otro, en un inmenso territorio partido en dos naciones completamente nuevas, ya sin presencia europea. Bajo dichas circunstancias la interrogante “¿dónde puedo encontrar a mi Gobierno?” resulta casi ingenua.

En el Perú, tres cuartos de siglo después, a cinco años de celebrar su Bicentenario como país independiente, son miles los ciudadanos que se hacen diariamente la misma pregunta. Solo que esta vez la indignación reemplaza a la ingenuidad y la respuesta sigue siendo esquiva. En varias zonas del país, el Estado solo aparece como concepto, pues sus instituciones, infraestructura, autoridad y servicios, son precarios, limitados y casi superfluos.

Recientemente, el alcalde de la Provincia de Purús, en la Región Ucayali, reclamaba por las condiciones de vida en dicha zona, donde el único acceso es por vía aérea o fluvial, lo que encarece en cuatro o cinco veces los productos. Ahí los ciudadanos se sienten más acogido por Brasil que por su propio país. “La Provincia de Purús está condenada a desaparecer” decía la autoridad.

En la capital de dicha región, la PCM ha implementado “mesas de diálogo” debido al paro regional por el alza en las tarifas eléctricas. Pero los temas a tratar en estas conversaciones no se restringen a un esquema tarifario, pues la población ha exigido también, buscar soluciones a las carencias en saneamiento y titulación de tierras.

La presencia del Estado —no asistencialista sino coadyuvante al desarrollo— resulta imprescindible en cada lugar del país. Su tarea fundamental es desplegar las herramientas adecuadas que permitan asegurar la igualdad de oportunidades y el acceso a los servicios básicos para todos los ciudadanos. Su falta de presencia, genera incertidumbre y desconfianza, polariza los objetivos en la búsqueda del ansiado desarrollo, y perturba a la población marginada, que al final siempre queda olvidada.

El último domingo, en Ucayali, en el distrito de Aguaytía (provincia de Padre Abad), se encontraron cinco cédulas de sufragio que contenían banderas rojas con la hoz y el martillo. ¿Puede ser la postergación y desatención del Estado hacia el ciudadano una de las causas del terrorismo? La respuesta cae de madura. Principalmente cuando la vulnerabilidad de la población radica en sus carencias económicas y sociales. Si conocemos el origen las formas de transmisión de un virus, no demos espacio para su propagación.

"Desafortunadamente, la historia da pocos ejemplos de pueblos que saquen lecciones de su propia historia[1].

Ramiro Rubio

   

[1] Hessel, Stéphane. ¡Indignaos!

 

Ramiro Rubio
15 de abril del 2016

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