Las minorías van por el jaque mate

Una mirada al proceso electoral

Ya está en curso un plan maniqueísta de aquellas candidaturas que aparecen como minorías y en declive, debajo del 7% de las encuestas, para colocar contra las cuerdas al JNE y exagerar la sensación de incertidumbre, incluso hablando de una voluntad de fraude. El objetivo es obligar al ente electoral de tachar al candidato Julio Guzmán y empezar de cero. Más aún, si procede también la tacha contra Cesar Acuña. Apuestan al todo por el todo, al presentar numerosas tachas o recursos de nulidad contra la candidatura de la ola morada.

Se trata en realidad de un pacto multipartidario implícito para demoler al líder de TPP con la esperanza de capitalizar aquel 27% del electorado que se quedaría sin candidato, situación que cambiaría el escenario a solo 38 días de realizarse la primera vuelta electoral.  

Pero aquí se puede cumplir aquel dicho: “nadie sabe para quién trabaja”. El problema radica en que tanto, Nano Guerra, Antero Florez Araoz, Fernando Olivera y el propio Alan García, quienes con mayor intensidad apuran la campaña demoledora de Julio Guzmán, no son fuerzas en ascenso. No representan el cambio para el imaginario promedio del ciudadano, ni exhiben una imagen fresca, como hasta hoy se muestra Guzmán, pese a sus evidentes signos de improvisación, contradicciones internas y falta de pericia política.

En realidad, los que más se beneficiarían de su salida de carrera son PPK, Verónica Mendoza y Alfredo Barnechea, sobre todo, estos dos últimos en alza según todas las encuestas. Diera la impresión que los esfuerzos de PPK por reajustar su estrategia es estar preparado, oportunamente, para capitalizar aquel electorado de Guzmán y Acuña, en el caso que el JNE los saque de carrera.  

No obstante, este Jaque Mate al JNE y, en el caso extremo patear el tablero electoral, puede ser un boomerang para las hilarantes minorías electorales. En ese sentido, imágenes que lindan con lo ridículo por parte de Nano Guerra al encadenarse en las puertas de Palacio de Gobierno terminarían por estigmatizarlo como un candidato infantil, desesperado y angurriento, tratando de imponer lo que no ha logrado en el corazón y la mente del elector medio. El problema mayor es que, quien lidera en realidad la campaña demoledora contra TPP es el líder aprista. ¿A qué se debe esta extraña coalición anti – Guzmán que tiene agarrados de la mano a García, Olivera, Toledo y Florez Araoz, en una misma trinchera, casi al punto de incendiar la pradera?  

Por otro lado, Keiko Fujimori, PPK, Alfredo Barnechea y Verónica Mendoza se han mostrado con cierta sensatez porque saben que de “esa agua pueden beber” (electorado de Guzmán y Acuña). En cambio, la legalidad puede estar bajo estas minorías electorales pero su legitimidad en la otra orilla, una situación que los electores analizan.  

Históricamente, el maniqueísmo, tanto en las religiones, la guerra y la política, siempre trató de presentar un dualismo para que los ciudadanos se definan entre lo blanco y lo negro, intentando justificar una manipulación. Ahora los políticos tradicionales buscan aquella dualidad con los que están a favor de la legalidad y los que están contra ella para sacar de carrera a Julio Guzmán, como si ellos juntos fueran el bien y el otro solo el mal.

Sospecho que los ciudadanos mirándole a los ojos y a las manos a aquellos que por décadas han mantenido un sistema político como el actual, raíces de la incertidumbre actual, estén meditando que la disyuntiva es mucho más compleja. Quizá por ello, lo que predomine en las decisiones del JNE sea el tema de la legitimidad, apelando aquel precepto constitucional que dice, que todas las personas tienen derecho a “participar, en forma individual o asociada, en la vida política, económica, social y cultural de la Nación. Los ciudadanos tienen, conforme a ley, los derechos de elección, de remoción o revocación de autoridades, de iniciativa legislativa y de referéndum” (Inciso 17 del Artículo 2 de la Constitución del Perú)            

Por: Neptalí Carpio