Manuel Gago

Interpelación y cambio de mentalidad

Si amas a tu hijo, corrígelo y disciplínalo

Interpelación y cambio de mentalidad
Manuel Gago
15 de mayo del 2017

Si amas a tu hijo, corrígelo y disciplínalo

El problema de la delincuencia en el país va de mal en peor. Desde antes, tal vez desde siempre: no hubo mano dura y firme para detenerla a tiempo. Y mano dura no son más penalidades rígidas para los que delinquen. Mano dura desde niños. En el colegio, casa, vía pública y donde sea. Y mano dura no es chicote ni cocachos aplicados con furia, sino con amor y en su medida exacta. Y que se entienda bien: sin abuso ni maltrato. Si amas a tu hijo, corrígelo y disciplínalo. Es un mandato divino.

La criminalidad no se resuelve con más policías en las calles, videocámaras, represión bruta o violenta. Si fuera así, se necesitarían más policías vigilando cada hogar, negocio, colegio, banco, parque, calle y todos los sitios donde exista un alma humana con sus pertenencias, porque la delincuencia está en todas partes.

Otra vez decimos: ¿De qué valen una o dos horas de educación cívica en los colegios si por la televisión se hace apología a la vida loca y desenfreno, si se induce a las riquezas materiales y lujos? ¿De qué vale la palabra de un buen maestro si la televisión y los medios inculcan discordia, desencuentro, pelea y venganza?

El problema de la delincuencia no es policial ni judicial. Es social y grave, y se debe atender con determinación. Y la determinación estaría en una gran cruzada nacional para cambiar la mentalidad de las personas. Si se sigue haciendo lo mismo, ya sabemos cuáles serán los resultados. Y hace tiempo que se hace lo mismo, sin resultados reales, solo percepciones para las estadísticas y las encuestas engañosas.

Las familias no están integradas por los atascos vehiculares permanentes que impiden que los padres pasen más tiempo con sus hijos. Además, sería pedirle peras al olmo. Los padres también necesitan cambiar su mentalidad. Desde antes, paradigmas nocivos han calado en el alma nacional. Y se ha dejado hacer, se ha dejado pasar. Que otro se ocupe. Que los románticos idealistas propongan soluciones, que a la autoridad o a quien le compete, no les compete. Así estamos y la clase política se contenta interpelando y hasta censurando a los ministros, como si eso ayudara en algo, como si esa fuera la solución. Los ex ministros se llenan la boca y ya sabemos que de su gestión no hay qué halagar. Nada. Y lo peor es que se niega la real situación.

¿Qué hacer? Persuadir a los dueños de los medios para que cambien los contenidos de sus programas y publicaciones. Campañas de publicidad que le devuelvan la moral y las buenas costumbres a la población. Que los gobiernos locales utilicen al máximo todos sus espacios públicos para ocupar permanentemente a la gente con actividades productivas, de sana diversión y aprendizaje. Que en los jardines de infancia los párvulos dejen de menearse al ritmo de los reggaetones. Más hora en el cole bajo la mirada atenta de más profesores bien formados y comprometidos con la loable labor encomendada. Que las primeras planas inculquen modelos de verdad, y no estrellitas de la tele y bailarinas de dudosa reputación.

Y no hagamos caso a los políticos. Oigamos a los que piensan, a los filósofos, matemáticos, artistas, escritores, a la gente sensible que se conmueve con la realidad grotesca en que vivimos. Esa realidad grotesca es el caldo de cultivo de los políticos, que se quedarían sin espacios si la realidad fuera diferente.

 

Manuel Gago

Manuel Gago
15 de mayo del 2017

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