Eduardo Zapata

El lenguaje de la corrupción

A propósito de lo escuchado en los kenjivideos

El lenguaje de la corrupción
Eduardo Zapata
29 de marzo del 2018

 

“Los vocablos parecen viejas monedas de cobre, mugrientas y sin rotundidad, como hartas de rodar por las tabernas mediterráneas. ¡Qué vidas evacuadas de sí mismas, desoladas, condenadas a eterna cotidianeidad se adivinan tras este seco artefacto lingüístico!”.

La cita pertenece a Ortega y Gasset haciendo referencia —en general— al empobrecimiento en el uso del lenguaje. Pero en los casos de los últimos audios escuchados por la población, no se trata ya simplemente de pobreza lingüística. No se trata de que unos y otros de los interlocutores hayan incurrido en el loísmo (“yo lo di el dinero” en lugar de la correcta forma pronominal “le”), tampoco de leísmo (“yo le vi a Pedro”, en lugar de “yo lo vi a Pedro”), menos del, al parecer, incorregible dequeísmo (“pienso de que”, en lugar de “pienso que”). O de la falta de concordancia gramatical que signa a casi todas las especies hablantes, incluyendo algunos señores periodistas.

Los lingüistas —por formación— no solemos escandalizarnos con los cambios en el lenguaje. Solemos, simplemente, dar cuenta de ellos y tratar de explicarlos. Pero lo soez de los giros expresivos escuchados en los audios grabados por el señor Mamani nos pone más ante lo enunciado por Ortega y Gasset que ante simples cambios lingüísticos.

Lenguaje de “tabernas mediterráneas” decía Ortega; lenguaje abiertamente hamponesco diríamos nosotros. Y si lo recordamos, fue el propio ex presidente de la República quien antes de asumir el cargo nos anunciaba impúdicamente la compra de congresistas de oposición. Los almuercitos y piqueítos con que se coronaría el mercado de compra y venta de congresistas revelan desde dónde venía la movida para el salvataje de la vacancia. “Muy aparte, Kenji es el que guía todo” decía el congresista Bocángel, en clara reiteración del papel que le cabía al “benjamín” de los Fujimori, ratificando también lo efectiva que había sido la labor de Kenji al votarse la primera vacancia.

Los usuales —en este tipo de casos— “compadrito” y “hermanito” configuraban la complicidad. ¿En qué? En las asquerosas propuestas del señor Fredy Aragón, operador político del gobierno, y en la aquiescencia entusiasta del obsecuente y servicial (para el cometido) señor Bruno Giuffra.

Razón profunda tiene el hoy presidente Vizcarra en priorizar la educación. Porque en fondo y forma este lenguaje revela que los resultados de la prueba PISA —si alcanzásemos mejora— solo revelarían un asunto cosmético. Se requiere incidir en valores. Y estos no los mide dicha prueba.

Pero también el señor Vizcarra tendrá que poner los ojos en la reforma del sistema judicial en su conjunto. Porque el diálogo entre el congresista Mamani y el congresista Fujimori es de temer. Dijo Mamani: “Tengo miedo por mí. Que me persiga la Fiscalía”. A lo cual muy espontáneamente el señor Fujimori contestó: ”¿Por qué te va a perseguir la Fiscalía? Si vas a tener de tu lado al gobierno”.

 

Eduardo Zapata
29 de marzo del 2018

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