Neptalí Carpio

El déficit como obsesión de los economistas

El déficit como obsesión de los economistas
Neptalí Carpio
19 de agosto del 2016

El temor a la inflación: el gran trauma que dejó la década del ochenta

El problema actual que tienen los economistas opositores a determinadas medidas del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), radica en que no superan los traumas de los años de la hiperinflación. Están atrapados por los dogmas de la ortodoxia, y por eso se oponen a una rebaja del IGV en un 1% y a la posibilidad de aumentar los márgenes de déficit fiscal anual hasta un 3% o 4% del PBI. Olvidan que países como Chile, Colombia o Brasil han ampliado ese margen al 4%, desde hace varios, sin poner en peligro los equilibrios macroeconómicos. En ellos, la palabra “déficit” es casi una obsesión académica que les quita audacia y creatividad.

Como se sabe, la Ley de Fortalecimiento Fiscal, dada por el gobierno de Humala, fijó las metas fiscales sobre el déficit estructural, poniendo como límite un déficit de 2.5% a 1.8% en el 2017, hasta el 1% en 2018. Sin embargo, ese ajuste es muy brusco y puede sacrificar el débil crecimiento económico del país; por otro lado, no da margen para pasar a reformas estructurales que permitan que la economía crezca sostenidamente al 5%. El nuevo gobierno se ha propuesto hacer un ajuste de la meta fiscal hacia el 3.2% a fines de este año, luego del 2.5% el año 2017 y del 1% en el 2021. La diferencia entre el 1.8% que tenía la administración anterior y el 2.5% que plantea el gobierno de PPK, para el presupuesto que se lleva al Congreso el 30 de agosto, se traducirá en S/. 5,000 millones adicionales de gasto, lo que dinamizaría con creces la economía.

El economista Pablo Secada, que solitariamente defiende las propuestas del actual ministro de Economía, señala que nuestro país no tiene un problema de solvencia fiscal. La Deuda Neta Pública del Perú —menos los activos del tesoro— es de 10% del PBI. Esto demuestra que el Perú —junto a Chile, Noruega y otros quince países en el mundo— tiene una de las economías más sanas; a tal punto que, según el propio Secada, si el IGV baja incluso hasta un 15% no tendríamos un problema de solvencia fiscal. El impacto de la recaudación fiscal del IGV es solo del 0.4% del PBI, según este economista. ¿Porque entonces tanto pesimismo de un sector formado en la década de los ochenta, cuando el tema de la inflación era una variable determinante, algo que ahora no ocurre con el Perú?  

El Perú debe entonces usar su capacidad alta de endeudamiento para fomentar el crecimiento económico, a condición de mejorar la calidad de la inversión, en particular las asociaciones público - privadas. El Perú no es ni Venezuela ni Argentina. Pero, además, lo que no entienden los economistas que se oponen a la propuesta económica del Gobierno de aumentar el margen del déficit fiscal, es que un margen de menos del 2.5% no permite la reactivación de la economía urbana. Una situación que ha permanecido oculta por el impacto de los proyectos mineros en ejecución y la actividad primaria sobre el total del PBI.

En el 70% de la población que se ubica en las zonas urbanas la producción está estancada hace tres años. Para corregir esto se requiere inevitablemente un impulso fiscal monetario, mover el aparato productivo y generar empleo. Todo esto lleva inevitablemente a elevar el margen del endeudamiento y el déficit hacia un 3% o 4%, como lo vienen haciendo otros países, sin afectar los equilibrios macroeconómicos.

Las medidas anunciadas por el gobierno para destrabar megaproyectos que bordean los US$ 19,000 millones, extender la base tributaria hacia los profesionales (médicos, contadores, arquitectos; todo un sector que no paga impuestos), el impacto que generaría la disminución del Impuesto a la Renta para las pequeñas y medianas empresas, entre otras medidas, pueden compensar rápidamente la menor recaudación que la SUNAT tendría, como efecto de una rebaja del IGV en 1%.

Lo que deberían hacer los economistas que se oponen a la rebaja del IGV y a la ampliación del margen de endeudamiento y déficit fiscal es poner mayor atención a la integralidad de las propuestas planteadas por el MEF, en lugar de seguir atrapados por los traumas del pasado.

 

Neptalí Carpio

 
Neptalí Carpio
19 de agosto del 2016

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