La comisión de Constitución del Congreso de la R...
Colombianos no aceptan condiciones de las FARC
El “No” acaba de ganar el referendo en Colombia con el 50.2% frente al 49.7% que se pronunció a favor del “Sí”, y el gobierno de Juan Manuel Santos recibió un brutal golpe político. El acuerdo firmado por el Gobierno y las FARC, entonces, no va. En un editorial publicado por este portal días antes del referendo sostuvimos lo siguiente: “Es demasiado complicado apoyar un acuerdo en el que se legaliza sin demasiadas condiciones al tercer cártel mundial de la droga. Un acuerdo en el que se exime de cárcel a comprobados culpables de delitos de lesa humanidad, secuestros y los más atroces crímenes; en el que se otorga a las FARC 26 curules, 31 emisoras de radio, canal de televisión propio y, además, se les entrega un vasto territorio para desarrollar su ‘experimento socialista’. En otras palabras, un estado dentro de otro estado”
No solo era difícil para nosotros, sino también para la mayoría de colombianos. Sin embargo en el mismo editorial también señalamos lo siguiente: “…también es difícil oponerse al proceso de paz, sobre todo considerando que el pueblo colombiano se pronunciará por el ‘Sí’ o por el ‘No’ en el referendo del domingo. A veces una paz mal negociada puede valer más que una guerra. En todo caso, la sabiduría de los colombianos dirimirá el diferendo y que Dios ayude a nuestros vecinos”.
A diferencia de la izquierda latinoamericana que celebró sin espíritu crítico que el estado colombiano se rindiera ante la mayoría de condiciones de las FARC, creemos que el triunfo del “No” de ninguna manera significa una apuesta por la guerra. ¿Qué ciudadano colombiano en su sano juicio apostaría por bañar en sangre a su sociedad? El “No” en este caso significa la búsqueda de una paz diferente, en la que la guerrilla de las FARC acepte integrarse a un estado de derecho sin construir una cabecera “del nuevo estado socialista” en un vasto territorio en el que no iban a regir la Constitución ni las leyes colombianas. Significa desarrollar una negociación de paz en la que se establezca con absoluta claridad que existe un solo estado democrático, regido por una Carta Política, y que la pacificación solo puede prosperar dentro de ese marco jurídico y político. El acuerdo de Paz entre el gobierno y las FARC, por momentos, parecía establecer que se trataba de dos estados que negociaban de igual. Algo así difícilmente sería avalado por la mayoría de colombianos.
Felizmente todo parece indicar que los actores de este proceso empiezan a leer correctamente los resultados del referendo. El presidente Juan Manuel Santos ha señalado que no se rendirá, “que seguirá buscando la paz hasta el último momento de mi mandato”. Por su lado “Timochenko”, el conocido líder de las FARC, ha aseverado que “las FARC mantienen su voluntad de paz”. Ingrid Betancourt, una de las víctimas más emblemáticas del terror, ha sostenido que “las FARC deben dar más por la paz”.
En medio de estos pronunciamientos quizá falte que el uribismo —los seguidores del presidente Álvaro Uribe— , principal fuerza de oposición al acuerdo de paz tal como había sido concebido, plantee los criterios sobre los que se debería continuar bregando por la pacificación del país para evitar el desangramiento de los colombianos. En todo caso, los colombianos han decidido: quieren paz, pero reconociendo que hay un solo Estado, una sola Constitución y una sola fuerza armada. Si las FARC quieren incorporarse a la democracia, el camino es largo, ancho y ajeno, pero tiene que existir voluntad.
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