Editorial Política

Presidente Vizcarra debe recentrar su agenda por el Perú

Se necesita abordar gobernabilidad e impulsar reformas

Presidente Vizcarra debe recentrar su agenda por el Perú
  • 08 de enero del 2019

 

La repentina interrupción de la participación del presidente Martín Vizcarra en la transmisión de mando en el Brasil, en los primeros días de enero, revela las prioridades de su gestión. El jefe de Estado interrumpió su viaje para liderar “la lucha contra la corrupción”, supuestamente amenazada por la no ratificación en sus cargos de un fiscal superior y otro provincial. Prefirió caminar hasta el Congreso bajo el sol de verano y las cámaras de los medios para presentar un proyecto de ley sobre reorganización del Ministerio Público, que luego fue calificado de anticonstitucional y rechazado por fiscales y especialistas.

Al interrumpir su viaje, el jefe de Estado desistió de establecer relaciones sólidas con la mayor economía de América Latina, que suma más de US$ 2 billones en PBI, actualmente la sexta del planeta y que, según diversas proyecciones, se ubicará entre las cinco más grandes del mundo en las próximas décadas. A diferencia de Vizcarra, el presidente Sebastián Piñera de Chile se reunió con el mandatario brasileño Jair Bolsonaro y acordaron pisar el acelerador para que sus respectivos poderes legislativos ratifiquen el TLC entre ambos países y la construcción de una carretera bioceánica que unirá las costas de Chile con tres puertos brasileños, a través de Paraguay y Argentina.

Quizá otra noticia que vale considerar para reflexionar sobre la agenda del presidente Vizcarra tiene que ver con la ofensiva del Gobierno de Evo Morales sobre el sur del Perú. Por ejemplo, Perú y Bolivia comparten soberanía sobre uno de los yacimientos de litio más grande del planeta. Para entender la trascendencia del tema vale señalar que el litio es oro del futuro porque sirve para hacer baterías para los teléfonos inteligentes y porque es un metal extremadamente escaso en el planeta. En el Perú, los gobiernos regionales de izquierda se oponen a la explotación del litio por inversiones extranjeras, mientras que Evo Morales ha liderado el acuerdo del Estado boliviano con una empresa alemana para producir baterías de litio. ¿Qué nos está sucediendo?

Pero eso no es todo. Morales tiene una estrategia definida hacia el sur peruano y ahora pretende desarrollar contratos con los gobiernos regionales del sur para venderles balones de gas a precios subsidiados, frente al fracaso del proyecto del gasoducto del sur y la ausencia de una política de hidrocarburos. Si sumamos estas noticias, el Perú aparece sin reacción ante las agresivas estrategias de nuestros vecinos chilenos y bolivianos.

Todo indica que el presidente Vizcarra está obsesionado con su triunfo políticos en el referéndum, que le permitió sancionar políticamente al Congreso y a Fuerza Popular, y acrecentar su popularidad hasta niveles impensados. Y el jefe de Estado y sus asesores habrían llegado a la conclusión de que ese es el camino a seguir para mantener la popularidad en las alturas. El proyecto de reorganización del Ministerio Público parece ser parte de ese razonamiento.

Sin embargo, ese camino solo puede prosperar cuando el populismo político —expresado en el resultado del referéndum: no reelección congresal— se transforma en populismo económico con el control de las instituciones. Ese es el camino que han seguido todos los caudillos plebiscitarios de la región. Si el presidente Vizcarra no tiene intenciones subalternas frente a la democracia —como afirman sus colaboradores—, entonces está en la obligación de recentrar su agenda.

La popularidad presidencial no se puede sustentar en el tiempo sin asumir los problemas de la gobernabilidad: reconstrucción del norte, relanzamiento de la economía, resultados concretos en la lucha contra el desborde criminal, retroceso de la anemia y reducción de pobreza. Pero no habrá relanzamiento del crecimiento si el jefe de Estado, en base a su popularidad, no lidera una agenda de transformaciones: reforma laboral, relanzamiento de las inversiones en infraestructuras, focalización de la reforma educativa en la meritocracia y transformación del sistema de salud.

Si el jefe de Estado no redefine su agenda no solo avanzará en la ruta de los caudillos plebiscitarios, sino que comenzará a cometer los mismos errores de Fuerza Popular (errores que hastiaron a los electores, por la vocación de confrontar), sin atreverse a plantear una sola reforma.

 

  • 08 de enero del 2019

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