Luis Enrique Cam

Magda Portal

Escritora y miembro fundadora del APRA. A 125 años de su natalicio

Magda Portal
Luis Enrique Cam
07 de mayo del 2025


María Magdalena Portal Moreno nació en Barranco el 27 de mayo de 1900. Su vida estuvo marcada por una intensa militancia política, que la llevó a enfrentar persecuciones, prisión y exilio. Desde muy pequeña, comenzó a forjar el temple que caracterizó su carácter. Su infancia, según sus propios relatos, estuvo teñida por la necesidad y el sufrimiento.

“Un día mi padre regresó del trabajo con alta fiebre y dolor en el pulmón. A las 48 horas, según supe después, moriría sin remedio. Entonces conocí lo que era la muerte. La muerte de mi padre nos sumió en la orfandad, y marcó una huella indeleble en mi vida.”

Tras la muerte del padre, su madre debió mudarse con sus hijos varias veces debido a las dificultades económicas, hasta que finalmente alquilaron una vieja casa en el Callao.

“Recuerdo que en nuestra casa de Bellavista en un patio totalmente empedrado yo hacía paseos todas las tardes contándome cuentos. Esa era la demostración de una soledad absoluta. También me gustaba subirme a los árboles. Casi no he jugado con muñecas. Pero así, de tener juguetes, no. Más bien los inventaba con barro, hacía muñequitos, animales, pájaros. Éramos niños huérfanos y pobres. De vez en cuando algún pariente nos regalaba un juguetito. Pero el juguete se acababa rápido. Esa es la vida del pobre”.

Siendo aún una niña, recibió al juez del distrito que llegaba con una orden de desalojo por falta de pago.

“El juez, muy ceremonioso, colocó un candado en el portón de la entrada y se quedó mirándonos a los cuatro huérfanos que habían sido arrojados de su casa. No me contuve, con una piedra y entre gritos de rabia, rompí el candado en presencia del juez que no supo qué hacer. Abrí la puerta y empecé, con la gente del barrio, a meter mis muebles dentro de la casa… cuando llegó mi madre fue el gran drama.”

Los vecinos, conmovidos por la escena, hicieron una colecta para saldar la deuda del alquiler. Aquella pobreza material fue templando su espíritu y nutriendo su vocación intelectual.

“Soy, lo que se puede decir, una autodidacta. La vida mía ha sido de permanente lucha. Quedé huérfana a los cinco años. Mi madre se volvió a casar, pero enviudó al poco tiempo. Mi padrastro murió dejando a mi madre en estado. La niña nació a los seis meses de la muerte de su padre. Yo acababa de cumplir los 16 años y a duras penas había terminado mis estudios. Comencé a trabajar de inmediato, pero tuve tiempo de ir a la universidad. Entonces, se podía asistir libremente a las clases, y como yo vivía cerca de la universidad, me metía en un rincón y escuchaba las clases que más me interesaban después que salía del trabajo.”

En 1923 ganó el primer premio en los Juegos Florales de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos con su poemario Ánima Absorta. Sin embargo, al participar con seudónimo, el jurado no supo que se trataba de una mujer, y la descalificó al revelarse su identidad. Alegaron que el tema del concurso era el homenaje a la mujer, y que no era adecuado que “una mujer le cante a otra mujer”. El premio fue otorgado a Alberto Guillén. Fiel a su carácter, Magda Portal rechazó la decisión y se retiró de la ceremonia.

No fue la única vez que sufrió discriminación por su condición de mujer. A lo largo de su vida enfrentó muchas formas de marginación. Esta experiencia reforzó su compromiso con la causa de los oprimidos y los derechos de la mujer, lo que impregnó profundamente su obra literaria, cargada de sensibilidad social e ideales políticos.

En noviembre de 1923 dio a luz a su única hija, Gloria, fruto de su matrimonio con el poeta huancaíno Federico Bolaños, de quien se separaría poco tiempo después.

En 1927 publicó en Lima el poemario Una esperanza y el mar, gracias al impulso de José Carlos Mariátegui, y colaboró activamente en la revista Amauta. Ese mismo año, el gobierno de Augusto B. Leguía la acusó de participar en actividades subversivas, por lo que fue desterrada, primero a Cuba y luego a México, junto con otros exiliados peruanos.

En México participó en la fundación de la Alianza Popular Revolucionaria Americana – APRA, creada por Víctor Raúl Haya de la Torre, siendo la única mujer firmante del acta fundacional. Inició una gira por el Caribe, donde ofreció conferencias para difundir la política antiimperialista del movimiento.

Luego viajó a Chile con otros desterrados peruanos y, tras la caída del régimen de Leguía, regresó al Perú en septiembre de 1930. Ocupó el cargo de secretaria de asuntos femeninos en el Comité Ejecutivo Nacional del Partido Aprista Peruano y publicó dos ensayos fundamentales: América Latina frente al imperialismo y Hacia la mujer nueva, en los que abogó por el acceso de la mujer a la educación y su participación en la política.

En 1934, durante el gobierno de Óscar R. Benavides, fue encarcelada por su filiación aprista y condenada a 500 días de prisión en la cárcel de Santo Tomás, en Lima. Allí escribió los Poemas de la prisión.

“La cárcel de Santo Tomás estaba en el centro de Lima, cerca de lo que ahora es el colegio Mercedes Cabello. A la hora que llegué, en la madrugada, me pusieron con las presas comunes en un cuarto grande con cuatro bancas y una lucecita arriba. Ahí había prostitutas, rateras, de todo. Aquello era un infierno. 

Todos los días en la cárcel, además de los rezos, se cantaba el Himno Nacional. ¡Imagínese! En la prisión se cantaba ‘Somos libres’, algo realmente aberrante. En mi concepción, la mayoría de las mujeres eran inocentes, porque hasta los crímenes los habían cometido por ignorancia, porque las había empujado a una situación de pobreza, de miseria. La injusticia y la maldad de los mismos hombres.”

Salió en libertad en febrero de 1936 y se exilió nuevamente, esta vez con su hija, recorriendo Bolivia, Uruguay, Argentina y Chile.

En 1945 regresó al Perú y retomó su militancia aprista, esta vez como Secretaria Nacional del Comando de Capacitación Femenina. Recorrió el país pronunciando discursos y conferencias que convocaban multitudes. Sin embargo, pese a más de veinte años de compromiso de las mujeres con el partido, en el Congreso Nacional Aprista de 1948 apenas se eligieron representantes femeninas, y no se les reconoció el derecho al voto. Magda Portal denunció que ni siquiera se le permitió ejercer su derecho a réplica, lo que calificó como una actitud fascista.

Tras este episodio, se apartó del partido. En 1957 publicó la novela La trampa, en la que utilizando el recurso de la ficción, plasmó su experiencia política y sus discrepancias con el APRA.

Años más tarde, una delegación aprista acudió a su casa para pedirle que retornara al partido. Su respuesta fue tajante: “Yo avanzo, no retrocedo.”

Alejada de la política partidaria, fue nombrada delegada en el Perú de la editorial mexicana Fondo de Cultura Económica y, más adelante, elegida presidenta de la Asociación Nacional de Escritores y Artistas. Fue invitada a ofrecer recitales y conferencias en prestigiosas universidades estadounidenses como Texas-Austin, Kentucky-Lexington y California-Berkeley.

Tras permanecer internada siete meses en el hospital Obrero, falleció el 11 de julio de 1989 en una condición precaria. Su funeral se realizó en la Casona de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos luego sus cenizas fueron esparcidas sobre el mar de Barranco.

Luis Enrique Cam
07 de mayo del 2025

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