Editorial Política

Preservar la precaria estabilidad por sobre todas las cosas

Nuestro Estado de derecho está superando los peores problemas

Preservar la precaria estabilidad por sobre todas las cosas
  • 29 de agosto del 2024

 

A diversos sectores del país no les interesa la precaria estabilidad que el Perú alcanzó luego del golpe fallido de Pedro Castillo y las olas de violencia insurreccional. En ese sentido, no existen mayores valoraciones de la sucesión constitucional de Dina Boluarte ni del papel que jugó el Congreso frente al intento de golpe de Castillo. Para abonar en esta argumentación los mencionados sectores señalan los niveles de aprobación del Ejecutivo y el Congreso, que han llegado a mínimos históricos, y la creciente influencia de las economías ilegales en la representación del Congreso. De acuerdo a estas interpretaciones todo está mal y lo que viene hacia adelante será peor.

A estos razonamientos no les falta razón ni vínculos con la realidad. Sin embargo, ¿cómo se explica que el propio BCR ajuste sus proyecciones de crecimiento al alza por encima del 3% del PBI, que comienza a crecer la inversión privada y que más de diez megaproyectos –que incrementarán el PBI potencial del país– reinicien sus actividades? 

De pronto, cuando uno ve cómo comienzan a moverse las cosas en la economía se contemplan dos realidades: la casi perpetua guerra política –con la judicialización de los políticos incluida– que extiende el pesimismo de aquí para allá, frente a una economía que se reactiva con lentitud, pero que, en el concierto latinoamericano, causa sorpresa, envidia y admiración. Por ejemplo, los anuncios sobre la inauguración de la primera etapa del puerto de Chancay, los avances de Majes Siguas II, el reinicio de las actividades de Tía María, el desarrollo del nuevo aeropuerto del Jorge Chávez, incluso llevan a los más optimistas a sostener que, si el Perú consolida su Estado de derecho, el futuro del Perú está aquí y no en la decadente Europa.

Sin la precaria estabilidad alcanzada luego del golpe fallido de Castillo que pretendía instalar una asamblea constituyente para redactar una constitución anticapitalista sería imposible reseñar los hechos que nos indican que la economía empieza a moverse. Imposible. No se debe celebrar demasiado un crecimiento del 3.5% para este año, porque seguiría siendo mediocre para un país bendecido por la geografía y los recursos naturales y que, sin mucho esfuerzo, podría crecer sobre el 6%. Sin embargo, luego de la tragedia de elegir al peor candidato de la historia, el hecho de mantener las columnas del modelo económico y la precaria institucionalidad democrática nos señalan que el rezo popular acerca de que Dios es peruano sigue vigente.

La frágil estabilidad entonces es demasiado importante para el presente y el futuro del Perú. La institucionalidad es precaria porque el actual Ejecutivo formó parte de la peor elección de los electores peruanos de la historia nacional: el peor candidato, el menos preparado, con un programa comunista y antidemocrático y una voluntad de quebrar el Estado de derecho. La economía y la institucionalidad de cualquier país en esas condiciones, simplemente, habrían sido destruidas.

Paradójicamente quienes desdeñan la frágil estabilidad del país son los mismos sectores progresistas que alentaron la elección del peor candidato de la historia nacional y fomentaron las reformas electorales que destruyeron el sistema político y organizaron una de las peores representaciones congresales de la historia reciente. 

Es evidente que la precaria estabilidad representa a un enfermo de gravedad. Sin embargo, el enfermo tiene vida y posibilidades de sanar. Algo parecido sucede con nuestro frágil Estado de derecho: de alguna manera está resistiendo las peores pruebas a que se puede someter a un sistema democrático. No obstante, para superar la precariedad de nuestra institucionalidad necesitamos preservar a cualquier costo el Estado de derecho, porque esa es la condición fundamental para la reforma, la regeneración del tejido institucional y la superación de este grave momento de debilidad institucional.

  • 29 de agosto del 2024

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