Las bancadas de la centro derecha –entre ellas Fuerza Po...
Se bloquean minas arguyendo un conflicto magisterial
Mientras pepekausas y fujimoristas siguen trenzados en una polarización que no amaina, el radicalismo antiminero desarrolla un ensayo pretendiendo detener la producción de cobre en el llamado Corredor Minero del Sur, área en la que se emplazan los proyectos mineros Constancia, Antapaccay, Las Bambas, Cerro Verde y Tía María. Frente al problema, la conducta de nuestras élites evoca la actitud de los obispos de Bizancio que discutían sobre el sexo de los ángeles en medio de la ofensiva otomana. O para hablar en sencillo, como se dice, la conducta de nuestra clase política es de una miopía tan extrema que desaparece cualquier posibilidad de optimismo.
En el llamado Corredor Minero del Sur se produce más del 50% del cobre del Perú, que suma alrededor de 2.5 millones de toneladas anuales del metal rojo y que se exporta a través del puerto de Matarani. El radicalismo antiminero se ha propuesto detener la producción de este mineral con objeto de favorecer a los grandes traders de cobre mundial que suelen financiar a las ONG antimineras y a otros tipos de organizaciones que construyen mitos y leyendas en contra de la minería moderna para enfrentar a las compañías con las poblaciones. El fracaso del Estado en proveer servicios (escuelas, postas, carreteras y energía) con los impuestos que cobra a las empresas mineras crea el espacio en que la prédica antiminera pretende culpar a las empresas privadas de todos los males sociales.
El actual bloqueo de las minas Constancia, Antapaccay y Las Bambas se desarrolla utilizando el conflicto magisterial desatado en el Cusco en contra del Ministerio de Educación. Más allá de la justeza o no de los reclamos, los sindicatos magisteriales demandan la presencia de la titular del sector, Marilú Martens. Sin embargo, ¿qué tiene que ver este problema con la producción de cobre? Es evidente que nada. Allí reside la estratagema del radicalismo antiminero que busca paralizar el Corredor Minero del Sur.
La ofensiva radical en el sur del Perú se desarrolla en momentos en que el Perú apenas crece 2% y cuando las inversiones privada y pública siguen en caída. Diversos economistas señalan que sin la minería, el Perú ya se habría acercado al abismo de la recesión. ¿Qué, pues, pretende el radicalismo antiminero? Es evidente que agudizar las contradicciones, desencadenar la recesión y condenar al país a aumentar pobreza, con objeto de organizar un escenario a favor de las fuerzas antisistema el 2021.
De allí que en este portal demandamos que pepekausas y fujimoristas desarrollen una tregua en la polarización en curso y que emplacen al Frente Amplio a pronunciarse con respecto a las posiciones antipatriotas del radicalismo antiminero, que busca paralizar la producción de cobre nacional.
De otro lado, el Estado —a través de instituciones como la policía, el Ministerio Público y el Poder Judicial— no debería permitir que estos sectores, que suelen bloquear carreteras y secuestrar los espacios públicos, queden impunes. La ofensiva ideológica del radicalismo antiminero intenta paralizar la acción de las fuerzas policiales señalando que se “criminaliza” una supuesta protesta cuando, en realidad, el país enfrenta un estrategia orquestada y financiada por los grandes traders mundiales de cobre —que perderían en exceso— si el Perú desarrollara todo su potencial en producción de cobre.
Con cada mina paralizada el radicalismo antiminero incrementa sus posibilidades de financiamiento, mientras que en el Perú se deja de reducir pobreza y vuelve a aumentar este flagelo social.
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