La comisión de Constitución del Congreso de la R...
No hubo audacias ni excesos. Nadie puede negar investidura
Fernando Zavala, presidente del Consejo de Ministros (PCM), se presentó ante el Congreso con un mensaje que incluía lo justo y necesario para conseguir el voto de investidura. No hubo audacias ni excesos y, sin temor a equivocarnos, se puede señalar que el Gabinete Zavala honró el calificativo de “tecnocrático”. A entender de este portal, al mensaje de Zavala le faltó política, audacia para seguir extendiendo puentes para terminar con la guerra fría y el hielo entre la administración PPK y la mayoría legislativa del fujimorismo.
Ningún peruano de buena voluntad puede oponerse a los objetivos y metas planteados por el PCM. Antes, una reflexión. La prudencia de la administración PPK, por ejemplo, impulsó a retirar del mensaje de Zavala la mención a la propuesta de bajar un punto el IGV para avanzar —según el pepekausismo— en la formalización y la ampliación de la base tributaria. De alguna manera este tema se había convertido en una papa caliente para el Gabinete Zavala, habida cuenta que la mayoría de especialistas y el fujimorismo habían sostenido que una medida de ese tipo podía agravar el déficit fiscal de 3%, amenazar la estrategia de inversión pública y poner en riesgo la calificación del país. El tema entonces se trasladará el debate legislativo sobre la delegación de facultades.
Zavala ratificó los anuncios en seguridad ciudadana para los primeros cien días, planteados por el jefe de Estado y el titular del Interior, Carlos Basombrío, agregando algunas metas y objetivos. Por ejemplo, señaló que en un plazo de dos años se debía culminar la reforma de la policía, conseguir resultados concretos para detener la ola criminal que azota a Piura y Tumbes, y eliminar de las calles de raqueteros y marcas. Y hacia el 2021 planteó un acuerdo nacional por la justicia, en el que participen las organizaciones tutelares de la administración de justicia. En general los anuncios en este tema ratificaron la voluntad de la administración de PPK de centralizar la acción del Estado (Poder Ejecutivo, Poder Judicial y Ministerio Público) para enfrentar el desborde de la criminalidad en el país. El énfasis planteado en la interdicción del narcotráfico y el desarrollo de una estrategia antiterrorista en el Vraem revelan que el nuevo Gobierno se propone enfrentar el problema del narcotráfico.
Es en el tema económico en el que el Gabinete Zavala demostró mayor solvencia, consolidando la impresión de que la nueva administración será infinitamente superior a la mediocridad nacionalista. Se plantearon objetivos como el crecimiento de 5% anual, formalizar al 60% de los trabajadores hacia el 2021, aumentar la presión tributaria a 17%, resolver las brechas de infraestructura social en 50% y terminar con la sobrerregulación generalizada que ahoga a la sociedad y a los privados. Los anuncios económicos culminaron con objetivos sociales que marcarán a la administración PPK: eliminar la pobreza extrema y reducir la pobreza de 22% a 15% hacia el Bicentenario.
Los objetivos y metas planteados por Zavala, entonces, suman lo necesario para conseguir el voto de investidura. Sin embargo, luego de este acto inevitablemente queda la impresión de que el principal déficit de la administración PPK está en la política. La presentación ministerial ante el Legislativo era una oportunidad de oro para modificar las tensas relaciones que se han establecido entre el pepekausismo y el fujimorismo, luego de las elecciones nacionales. Una situación que no puede continuar, a menos que no nos importe la democracia.
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