Las bancadas de la centro derecha –entre ellas Fuerza Po...
Es incuestionable que un gran sector de peruanos está enfurecido en contra de las injusticias del Estado y, de una u otra manera, ha decidido protestar en esta segunda vuelta. Allí reside la explicación del apoyo que recibe Pedro Castillo, no obstante que carece de propuestas Y a pesar de sus evidentes vínculos con el Movadef de Sendero Luminoso, Perú Libre de Vladimir Cerrón y las corrientes bolivarianas en América Latina. En otras palabras, la legítima irritación y la protesta se imponen a la reflexión.
Ahora bien, durante la administración Vizcarra el Estado peruano solía gastar alrededor de US$ 65,000 millones –antes de la pandemia– en los gobiernos central, regionales y locales, y las empresas públicas. Es decir, el Estado tenía los mayores recursos fiscales de toda nuestra historia republicana. Sin embargo, ese mismo Estado no equipó hospitales, no compró camas UCI ni celebró contratos para adquirir vacunas en contra del Covid. Ese mismo Estado no redistribuía la riqueza minera ni reformaba la educación ni proveía agua potable a más de tres millones de peruanos. ¿Cómo entonces un sector de peruanos no va a estar irritado con la situación?
Sin embargo, a medida que se acerca el 6 de junio, un padre de familia, un trabajador o, simplemente, cualquier ciudadano debe evaluar las decisiones que comprometen su futuro. Y no hay decisión más vinculada al futuro que elegir entre un gobierno comunista y colectivista, o uno que preserve las libertades que, mal que bien, han estado vigentes en el Perú. Libertades que no solo tienen que ver con el derecho al sufragio, la alternancia en el poder, la libertad de prensa y otros derechos públicos, sino, sobre todo, con la posibilidad de vivir en pobreza perpetua.
Los colectivismos, los comunismos, solo producen pobreza por una sola razón: el Estado es incapaz de generar riqueza. ¿En qué lugar del planeta un proyecto colectivista ha generado bienestar y desarrollo? En ninguno. Una de las condiciones para eliminar la pobreza es que la mayoría de la economía se base en el sector privado. En ese sentido, la inversión privada en el Perú explica que, en las últimas tres décadas –hasta antes de la pandemia–, el PBI se haya triplicado, la pobreza se haya reducido del 60% de la población a solo 20%, y la sociedad peruana se convirtiera en una de mayoría de clases medias.
Sin embargo, la experiencia de los países desarrollados nos ha demostrado que no hay prosperidad si es que no existe un Estado que redistribuya la riqueza –recaudada mediante los impuestos al sector privado– a través de carreteras, escuelas, hospitales, escuelas, seguridad, justicia y servicios básicos.
En el Perú es evidente que ha fallado el Estado, desde el inicio hasta el final de sus funciones. Si más de tres millones de peruanos no tienen agua y si más de siete millones de ciudadanos no tienen alcantarillado solo es responsabilidad del Estado, que tenía los bolsillos llenos de recursos cobrados al sector privado, y no hacía ni fomentaba obra alguna. Igualmente, si en las zonas mineras no hay carreteras ni escuelas adecuadas solo es responsabilidad de los gobiernos regionales y locales, que no han invertido los recursos del canon minero.
La propuesta de Castillo propone expropiar, nacionalizar o estatizar los activos del sector privado, de las minas, de las agroexportadoras y de la empresa privada en general. En otras palabras, propone romper el círculo virtuoso entre inversión privada y obra social. Con las minas expropiadas habrá dinero por algún tiempo, pero luego la quiebra de empresas estatales manejadas políticamente, sin criterios de eficiencia y mercado, simplemente derrumbará a la economía y al Estado. En ese contexto, no solo los pobres perderán la oportunidad de tener sistemas de agua y desagüe modernos, sino que también dejarán de tenerlo los sectores que hoy gozan de este servicio. Si hay alguna duda, reflexionemos sobre la estatización de PDVSA en Venezuela, la quiebra de la economía y la falta de agua y energía eléctrica en el país llanero.
Como se aprecia, la libertad también se come. Es la única posibilidad de superar la pobreza y las exclusiones. En el Perú falló el Estado, no el mercado. ¡A votar este domingo con amor a la familia y responsabilidad con la patria!
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