La comisión de Constitución del Congreso de la R...
Se necesita impulsar las reformas de segunda generación
Durante los días previos a la aprobación de la delegación de facultades legislativas para el Ejecutivo, la polaridad antifujimorista en los medios impulsó a creer a algunos que el éxito o el fracaso de la administración PPK dependían de la mencionada delegación. Todos sabemos que eso no es verdad. La facultad para legislar que ahora tiene el Ejecutivo solo permitirá pisar el acelerador de los cambios, pero la ruta a seguir la determina el Gobierno y nadie más.
A entender de este portal, un eventual fracaso de la administración PPK no solo afectará al propio pepekausismo y a las posibilidades del fujimorismo en el 2021, sino que dibujará una enorme interrogante sobre la democracia y la economía de mercado. De alguna manera se cumpliría la predicción antisistema que vaticinaba la crisis “del modelo primario exportador” y la necesidad de regresar al intervencionismo económico y resucitar el estado empresario. El fracaso del “cuarto gobierno neoliberal en democracia” generaría, pues, un escenario favorable al estatismo.
Cuando el déficit fiscal ha llegado a 3.4% del PBI, cuando la recaudación fiscal sigue en caída y la deuda pública ya sobrepasa el 25% del PBI, ¿qué sucedería si el paquete tributario que aplicará el gobierno no incrementa la recaudación ni formaliza? ¿Qué hacer si la rebaja de un punto del IGV (S/. 3,000 millones de soles menos para el fisco) no se compensa con el incremento del impuesto a la renta? Creemos que ahora que la nueva administración tiene las facultades para legislar en el tema, debería existir la suficiente flexibilidad y humildad para corregir en el acto. Finalmente, no se trataría de un yerro del pepekausismo, sino de uno que afectaría al futuro del modelo económico y social.
Lo mismo sucede en los campos de la seguridad ciudadana y los conflictos sociales que han caracterizado a la democracia y la economía de los últimos quince años. ¿Ya se tomó cartas en el asunto de las mesas de diálogo en Las Bambas, proyecto que aporta 1.5% al PBI? ¿Se avanza en el relanzamiento de los proyectos mineros de Conga, Tía María y Quellaveco, por ejemplo? En todo caso, estas preguntas deberían estar sobre la mesa para garantizar el éxito de la administración PPK, despejando la niebla de la polaridad antifujimorista que algunos se empeñan en desarrollar.
Pero, ¿por qué sería complicado para la democracia y la economía de mercado absorber un eventual fracaso pepekausista? El Perú es una típica sociedad de ingresos medios que —con el presente modelo económico y social— ha reducido la pobreza del 60% de la población a solo un quinto. Sin embargo el crecimiento y el ritmo de reducción de pobreza se comienzan a lentificar por un entorno internacional desfavorable, pero sobre todo porque no se han implementado las reformas de segunda generación que nos permitirían diversificar y complejizar nuestro aparato productivo.
Hoy en el Perú no se pueden seguir pagando los salarios bajos de ayer, porque hay menos pobres. Sin embargo tampoco podemos exportar los productos de las naciones desarrolladas y, de una u otra manera, la ausencia de reformas también comienza a afectar a nuestra ventaja comparativa por excelencia: la minería.
Si seguimos así nos acercamos a la conocida trampa de ingresos medios en la que las sociedades involucionan al estatismo y vuelven a incrementar la pobreza. Sucedió en Argentina, Venezuela, Brasil, y comienza a pasar en Chile, ¿por qué el Perú tendría que ser inmune a la conocida trampa?
La polaridad antifujimorista alimentada por los medios no permite despejar la niebla y concentrar la agenda pública en los asuntos de la gobernabilidad ni en las reformas que el Perú necesita para superar la trampa de ingresos medios. La legislación laboral sigue siendo una pared en contra de la formalidad, el déficit de infraestructura es alarmante, los retrasos en instituciones nos colocan en la cola de todos los rankings internacionales, y los retrasos en educación y salud no se pueden entender. En todo caso vale subrayar que la administración PPK ¡no puede fracasar!
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