Editorial Política

¡Emergencia sanitaria en San Juan Lurigancho!

Movilizar al Estado y el sector privado frente a desastre

¡Emergencia sanitaria en San Juan Lurigancho!
  • 17 de enero del 2019

 

Una semana atrás una tubería de desagüe que fue reinstalada por la constructora Odebrecht, cuando realizaba excavaciones para el Metro de Lima, colapsó ocasionando un impresionante aniego de aguas servidas en un sector de San Juan de Lurigancho (SJL) en Lima, el distrito más populoso del país. Una devastadora inundación de aguas residuales que puede desatar una crisis sanitaria si el Estado —a través del Gobierno central, la municipalidad metropolitana y el concejo de SJL— no toman las medidas urgentes y necesarias.

Más de 2,000 personas pueden contraer distintas y terribles enfermedades debido a la irresponsabilidad compartida, en mayor y menor grado, entre las empresas constructoras (Odebrecht y su consorciada Graña y Montero) que instalaron los tubos de desagüe, y las entidades y autoridades que no fiscalizaron en su momento la calidad de la obra. Hasta hoy el Estado no parece responder con la velocidad que una emergencia sanitaria nacional exige.

Los profesionales médicos han comenzado a señalar que el torrente de aguas servidas que inundó las calles y las propiedades públicas y privadas de un sector de SJL, con restos de materiales fecales repletos de bacterias, podría generar diversas enfermedades entre la población. Hay riesgo de brotes de leptospirosis, hepatitis A, gastroenteritis, tifoidea salmonella, dengue y hasta posiblemente cólera”, señaló el infectólogo Ciro Maguiña, ex decano Nacional del Colegio Médico del Perú. Otros especialistas señalan la posibilidad de que se presenten enfermedades dermatológicas, respiratorias (asma) y oculares (conjuntivitis), entre otras.

Ciro Maguiña

¿Exageramos? Por supuesto que no. No se trata de sobredimensionar los daños a la salud pública que puede ocasionar un aniego de aguas de desagüe de esta magnitud. Se trata de señalar que, una vez más, en Perú las emergencias no son tratadas con la debida responsabilidad por las autoridades. Pasó con el terremoto de Pisco en 2007 y pasó con el fenómeno de El Niño Costero, en el norte, en 2017. El Estado intenta resolver todas las emergencias “evaluando” y “analizando”, en lugar de movilizar todos sus recursos y convocar al sector privado para llenar la zona del desastre de hombres, picos, palas, camiones, cargadores frontales, médicos, ingenieros y personal entrenado en emergencias anteriores.

¿No debieron, acaso, como dice el médico Pedro Gianino, declarar un estado de sitio para contener la zona afectada por la inundación putrefacta? ¿No se debió haber organizado inmediatamente lugares de refugio para los damnificados en los estadios y parques zonales, con la asistencia de personal médico y todas las actividades de auxilio, custodiados por las fuerzas armadas y policiales?

Desastres similares han ocurrido en otras latitudes. En junio 2013, en Calgary (Canadá), el alcalde (Naheed Nenshi) ordenó la evacuación de 100,000 personas debido a fuertes inundaciones que destruyeron todo a su paso. Con los refugiados atendidos de inmediato, la dimensión del desastre se redujo. ¿Por qué no podemos aspirar a ese tipo de soluciones?

Los pobladores de SJL quieren conocer qué están haciendo las autoridades para solucionar el problema. Secar el aniego es complejo por el continuo flujo de las aguas residuales. ¿Qué hacer? Impedir que continúe ese flujo. ¿Cómo? Evitando que aguas arriba se siga produciendo. La gente estaría más tranquila si la presencia de las autoridades estuviera acompañada de soluciones que puedan ser explicadas. Se ha dicho, por ejemplo, que se comenzará a fumigar. ¿Será suficiente para eliminar las bacterias? ¿Y el cloro y el quemado de suelos están en los planes de las autoridades sanitarias?

No hay peor crisis que la incertidumbre y la intranquilidad de la población. En cualquier caso, estamos ante una gran oportunidad para que todas las fuerzas y energías del Estado y el sector privado se movilicen para enfrentar el desastre. De alguna manera estamos obligados a demostrar que la tragedia nos puede permitir superar —aunque sea por breve tiempo— la guerra de exterminio en que se ha convertido la política nacional.

 

  • 17 de enero del 2019

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