La comisión de Constitución del Congreso de la R...
A la ideología violentista se necesita oponerle una ideología libertaria.
El bloqueo y la violencia en contra de los proyectos de Conga y Tía María, a nuestro entender, no se entendería sin una narrativa en contra de la inversión en recursos naturales que desarrollan los sectores radicales antimineros. Los sociólogos de la izquierda y los analistas que pertenecen a este sector suelen explicar ambos fenómenos solo por los fracasos y desidias del estado, los errores de las compañías, y la exclusión de los beneficios de la minería de las localidades adyacentes a las inversiones. Todo eso es verdad, pero las guerras de fin de mundo que se libraron en Conga y en Tía María no se explicarían sin el relato anti minero, sin la construcción y desarrollo ideológico de los extremismos.
En Conga semejante narrativa desarrolló el tema de “la cabecera de cuenca”. Según este relato, el emplazamiento del proyecto iba a afectar el lugar donde se origina los afluentes de agua. No obstante una simple observación desvela la falacia del argumento. Las cabeceras de cuenca están en las alturas y, de acuerdo a la ley de gravedad, los acuíferos tienden a descender hacia las zonas bajas. El agua no es una lava ardiente que avanza de abajo hacia arriba. El agua en las cabeceras de cuenca se recolecta de la lluvia y, precisamente, el proyecto Conga contempla la construcción de reservorios de agua que le permitirían a los marginados campesinos tener más de una cosecha al año, tal como sucede ahora.
En Tía María se habló del polvo de los tajos que iba a envenenar la agricultura del valle no obstante que solo iban a producirse micro explosiones para remover el mineral y, no obstante, que los vientos protegían al valle de cualquier partícula de polvo que se levantara. Luego de despejada las dudas del “polvo asesino” ahora se empieza a hablar de la tragedia de “desalinización por ósmosis inversa” que se ejecutará para no tocar el agua de la cuenca. El argumento es sencillo: se devolverá los restos de la desalinización al mar y los peces morirán. Sin embargo, el EIA de Tía María obliga a tratar las aguas y los restos de la desalinización antes de ser devueltos al Pacífico. ¿Cómo así se afirma lo contrario? Pero eso no es todo. Más de 300 millones de personas en el mundo beben agua de las de plantas desalinizadoras y los países campeones en defensa del medio multiplican plantas de este tipo.
La narrativa anti minera que, circunstancialmente, hoy es representada por Tierra y Libertad, pero que abarca una multitud de corrientes y grupos, tiene un método de trabajo: los criterios científicos sobre el medio ambiente son sometidos a todas las relatividades, a una libre interpretación, como si se tratara de la discusión de un texto ideológico. Allí reside el éxito de los psicosociales que levantan en la población. De allí, por ejemplo, que para levantar el hechizo del “polvo contra la agricultura” en Tía María los radicales pasaran videos sobre la explosiones nucleares de Hiroshima y Nagasaki.
Si bien el relato antiminero no tiene posibilidades electorales en el país –representa minorías insignificantes- su hábil estrategia, de una u otra manera, le ha permitido paralizar las inversiones en recursos naturales y agravar la desaceleración de la economía. Ante esta realidad, el relato anti minero necesita ser confrontado por otro discurso a favor de la economía de mercado y el medio ambiente, a favor de una minería respetuosa de los pueblos adyacentes a los proyectos. En otras palabras, a la ideología violentista también se necesita oponerle una ideología libertaria. De lo contrario, proseguirá la estrategia contra la minería nacional y el país.
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