La comisión de Constitución del Congreso de la R...
Una presentación principalmente política
El próximo jueves el Gabinete que preside Fernando Zavala se presentará ante el Congreso para conseguir el voto de investidura, en medio de una especie de guerra fría entre el pepekausismo y el fujimorismo. La presentación del Gabinete, entonces, puede convertirse en un hecho que modifique el escenario político que se ha configurado desde la segunda vuelta hasta hoy, en el que la polaridad fujimorismo versus antifujimorismo se ha convertido en determinante.
En cualquier democracia del planeta, luego de los resultados de la última elección nacional, ya se habría producido una reunión entre PPK y Keiko Fujimori para organizar la gobernabilidad entre un gobierno frágil y la primera mayoría legislativa. Y se habría producido porque es imposible pensar la democracia al margen de ciertos niveles de convergencia entre el pepekausismo y el fujimorismo. Sin embargo, la polarización ha evitado este tipo de encuentros democráticos.
En este contexto, a entender de este portal, el problema no es si el Gabinete Zavala consigue la investidura —creemos que el fujimorismo no se atreverá a negarle el voto de confianza— sino cómo lo hace. ¿Se mantienen la distancia entre las dos principales fuerzas, alimentada por la polarización, o se produce un cambio sustancial en la situación?
Considerando que debe darse por descontado que el Consejo de Ministros presentará metas y objetivos frente a los cuáles será difícil oponerse (un Gabinete tecnocrático por excelencia), Fernando Zavala como jefe de Gabinete ahora tiene una función, principalmente, política. Zavala tiene la responsabilidad de aparecer como un verdadero jefe de gobierno capaz de lanzar una ruta de convergencia nacional alrededor de los temas vitales (seguridad ciudadana y reactivación económica), que supere los cinco años de polarización y encono que fomentó el nacionalismo dinamitando la convivencia política en el país.
El jefe de Gabinete debe ser capaz de desarrollar gestos audaces para convocar a la mayoría legislativa fujimorista. Cualquiera podría oponerse señalando que en el movimiento naranja todavía hay una actitud muy reactiva, pero la política se inventó para convertir lo imposible en posible, para evitar los enfrentamientos y organizar los consensos.
En cuanto a las metas y objetivos propiamente dichos, el asunto de la seguridad ciudadana no puede esperar; sobre todo para una administración como la pepekausista, que dependerá en exceso de la aprobación ciudadana. El Gabinete tiene que asumir metas y compromisos absolutamente realistas frente al país, considerando la grave herencia de deterioro institucional en que ha dejado al país el nacionalismo, y que ha desatado el desborde de la criminalidad. Luego de la presentación del Gabinete habrá terminado el tiempo de los discursos y los medios de comunicación, y empezará el tiempo de los resultados.
En la economía las cosas no son diferentes. El nacionalismo deja un país desacelerado y con tasas bajas de crecimiento, frente a las enormes posibilidades que tuvimos de haber continuado con el empuje de la inversión privada y la pública, vitales para la expansión económica y la reducción de pobreza. El déficit fiscal es otro hueco negro que ha dejado el humalismo, y la administración PPK deberá hilar fino para explicar, con argumentos razonables, cómo se bajará un punto del IGV para avanzar en la formalización, sin agravar la situación del déficit.
En todo caso ningún peruano de buena voluntad puede apostar a que el Gabinete Zavala fracase, porque el Perú entraría en una situación de tal fragilidad institucional que la propia democracia se convertiría en una enorme interrogante. Y nadie, absolutamente nadie, excepto la izquierda antisistema, apuesta a un escenario de ese tipo.
Fotografía: Presidencia Perú
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