La comisión de Constitución del Congreso de la R...
El Perú adquiere conciencia del desastre nacionalista
De una u otra manera, recién se comienza a asumir conciencia del nivel de deterioro económico y social en que ha dejado al país la administración saliente de Ollanta Humala. Gracias a la jornada parlamentaria en que se otorgó el voto de investidura al Gabinete Zavala logramos conocer que el Perú tenía un déficit fiscal de 3.3% del PBI, que la recaudación había caído y que la deuda pública comenzaba a rozar el 26% del PBI. En otras palabras, los fundamentos macroeconómicos que habían organizado la economía en los últimos 25 años se habían convertido en una interrogante.
En cuanto a políticas sociales “el gobierno de la inclusión social” también era un desastre. La pobreza solo se había reducido en siete puntos, cuando en el quinquenio anterior se había logrado 20 puntos menos de pobreza. La anemia y desnutrición crónica en nuestros niños había aumentado y la vacunación había caído al 60%, luego de sobrepasar el 90%. Semejante desastre social se produjo pese a que el presupuesto del Midis se había incrementado de S/. 2,200 millones S/. 5,360 millones, entre el 2012 y el 2016.
Al hueco fiscal dejado por la administración saliente también se suma el enorme hueco en la seguridad ciudadana, que ha convertido al país en uno de los estados con más alta tasa de victimización en la región. Al respecto, el ministro del Interior, Carlos Basombrío, acaba de anunciar el pase a retiro de 39 generales de la Policía Nacional (de un total de 86), porque es la única manera de recuperar la capacidad operativa e institucional de la entidad. La herencia de despropósitos en el sector Interior es interminable, pero quizá valdría mencionar que la administración saliente compró 1,000 patrulleros sin radios.
Pero eso no es todo. No solo se trata de incapacidad y de deficiencias, sino que hubo voluntad de mangonear a las instituciones. Basombrío, por ejemplo, ha señalado que el abultado número de generales en la policía se explica por la injerencia política en la organización de los cuadros y méritos.
Por su lado, el ministro de Defensa, Mariano González, ha señalado que durante el nacionalismo no se respetaron los cuadros de méritos en los ascensos de la oficialidad de las Fuerzas Armadas. De allí que se haya nombrado una comisión, presidida por Enrique Bernales, que revisará los ascensos entre el 2012 y el 2016. Pero tampoco eso es todo. Las compras en el sector Defensa implican compromisos hasta el 2022. Y, como ha señalado el propio titular de Defensa, entre el 2001 y el 2011 —durante las administraciones de Valentín Paniagua, Alejandro Toledo y Alan García— se gastó en defensa alrededor de S/. 5,500 millones, pero durante el humalismo se gastó S/. 8,000 millones de soles.
Como se aprecia, el nacionalismo no continuó la senda de crecimiento y de reducción de pobreza que impulsó al país en las últimas décadas. Pero sí demostró una gran voluntad de controlar y mangonear a las instituciones, de convertir al Estado en una agencia de clientelaje no solo contratando trabajadores innecesarios, sino promoviendo ascensos en la oficialidad de la Policía y las Fuerzas Armadas; e incluso, nombrando a sus allegados en las legaciones diplomáticas.
Es evidente que a medida que se sucedan los días, los peruanos iremos conociendo la magnitud del desastre humalista y la furia de los nuevos ministros, que deben enfrentar retos que no habían imaginado.
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