La comisión de Constitución del Congreso de la R...
Sobre el estado de derecho y la autodefensa ciudadana
La campaña "chapa tu choro y déjalo paralítico” que se extiende en diversiones regiones del país y se amplifica a través de las redes sociales y los medios de comunicación demuestra con absoluta crudeza que no existe un contrato social en el Perú.
Si bien la base de un contrato social es el pacto constitucional, la Carta Política, es evidente que las normas constitucionales solo pueden ejercerse y enriquecerse a través de una dialéctica virtuosa entre el estado y la sociedad. De lo contrario, la norma constitucional se convierte en letra muerta.
El eje de un contrato social es la soberanía de la autoridad que se ejecuta mediante el monopolio de la fuerza. El contractualismo liberal nos señala que la sociedad de propietarios, empresarios, cede parte de su libertad al soberano a cambio de seguridad, justicia y servicios. En el Perú la campaña “Chapa tu choro” que fomenta la autodefensa privada, la privatización de la seguridad, nos indica que el estado ha comenzado a colapsar y que cualquier idea de monopolio de la fuerza ha empezado a disolverse.
No obstante la desaceleración y los sombríos pronósticos para la economía en el siguiente semestre y el 2016, en los últimos 25 años en el Perú ha emergido una sociedad de propietarios y empresarios como nunca antes en la historia. Pero esa emergencia no ha sido acompañada por un nuevo estado. En los noventa demolimos el "Ogro filatrópico" y el estado empresario, pero no organizamos una nueva institucionalidad para representar y ayudar a liberar la energía acumulada de las sociedades emergentes. El mercado funcionó pero el estado fracaso en todas las líneas.
La ausencia de un sistema de justicia eficiente y un servicio estatal de seguridad ciudadana, tarde o temprano, iba a desatar las fuerzas autodestructivas que siempre subyacen a un proceso de acumulación, consolidación de la propiedad y de las empresas. La ola del desborde criminal que se padece a lo largo y ancho del Perú es la más clara expresión de esas tendencias disgregadoras.
Ahora bien, una cosa es robar, asaltar y matar en una sociedad de menesterosos y, otra bien diferente, a una en que la mayoría ha logrado acceder a la propiedad y la empresa. Recordemos, por ejemplo, que solo un quinto de la población hoy está por debajo de la línea de pobreza. Cuando se roba a un propietario se ataca a alguien que tiene demasiado que perder y si el estado está ausente, más temprano que tarde, la autodefensa se generalizará. Es lo que sucede ahora con la extensión de la movilización “Chapa tu choro” en sociedades con mercados populares como Puno, Huancayo, Chiclayo y las áreas emergentes de Lima.
La única manera de detener esta ola de autodefensa que nadie sabe en qué puede terminar es mediante la movilización de la sociedad política con objeto de restaurar, reconstruir, o como quiera llamarse, al llamado contrato social en el Perú. Es decir, con la movilización del Ministerio Público, el Poder Judicial, la policía, los serenazgos y la organización ciudadana. Pero esa movilización tiene que ser de abajo hacia arriba, desde la base a la cúpula, desde la provincia a la capital, con objeto de articular a los gobiernos locales y regionales con la autoridad central y encauzar adecuadamente la ira popular que se desata en los mercados populares.
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