Darío Enríquez
¡Habemus papam! Robert Prevost, misionero agustino, León XIV
Promete paz y unidad a la Iglesia en todo el mundo

Ante una expectativa global y por primera vez con la cobertura que da el funcionamiento pleno de las redes sociales en todo el planeta, se eligió a un nuevo Papa. A la cuarta votación realizada por los cardenales electores en El Vaticano, la fumata blanca lo anunció al mundo entero. Ha sido nombrado Obispo de Roma, sucesor de Pedro. Ya todos sabemos que se trata del Cardenal Robert Francis Prevost Martínez, de la orden agustina, quien toma el nombre de León XIV.
Nació en la ciudad de Chicago (EE.UU). Tiene 69 años, lo que prevé un mandato relativamente extenso. De ascendencia francesa, italiana y española, cuenta además con ciudadanía peruana. Misionero agustino en nuestro país, cumplió labores en Chulucanas (Piura), Trujillo, Iquitos, Apurímac, Chiclayo y Callao.
El nombre que adopta el Papa intenta transmitir lo que propone para su mandato. León XIII fue el Papa que, desde una visión tradicional y principista, enfrentó el reto de la Iglesia frente a la modernidad, a finales del siglo XIX. Para los creyentes, emerge la esperanza de que la inspiración del Espíritu Santo haya llegado al corazón de los cardenales electores. Para una visión más terrenal, León XIV podría tender puentes de conciliación con el mundo sin abandonar sus principios, lo que sería preciso para estos difíciles tiempos que vivimos hoy.
En su tiempo, León XIII fue una figura compleja, una especie de tradicionalista que no era antimoderno. Revitalizó profundamente la tradición tomista. Hizo énfasis en la autoridad papal, la jerarquía eclesiástica, la firmeza doctrinal y el esfuerzo de adaptarse al mundo sin renunciar a sus fundamentos. Su encíclica más difundida, Rerum Novarum (Cosas Nuevas), marcó el nuevo pensamiento social católico como un hito de apertura a la justicia social y con una capacidad de respuesta eficaz a los desafíos de la era industrial. Se considera el antecedente directo de la doctrina social de la Iglesia. En pocas palabras, a riesgo de extremar la síntesis, León XIII podría señalarse, desde nuestra visión del siglo XXI, como un conservador reformista con notable visión de futuro.
En su primer discurso frente a los fieles haciendo muchedumbre en la Plaza de San Pedro, transmitido a todo el mundo en directo, León XIV se ha alineado con claridad al mensaje de León XIII. Su frase «El mal no prevalecerá, estamos todos en las manos de Dios», anuncia combate contra la dictadura del relativismo. Su propósito de construir puentes de diálogo e invocar la visión sinodal, reitera la justicia social, la adaptación de la Iglesia a los tiempos modernos, un mayor papel de los laicos y un diálogo más abierto con el mundo contemporáneo y otras culturas. Pero no con un enfoque sinodal que mundanice a la Iglesia, sino uno que santifique al mundo.
Todo ello con el desafío de que la Iglesia se mantenga fiel al mensaje original de Cristo, mediante sus enseñanzas expresadas en la Palabra, la tradición y el magisterio, como pilares de la fe cristiana. La Iglesia incluye a todos, sin excepción. Los seres humanos están llamados a aceptar el mensaje original e invariable de Cristo. Todo con Cristo, nada sin él.
Resultó muy emotivo para los peruanos su mensaje a la ciudad de Chiclayo, donde fuera obispo entre 2015 y 2023: « …en modo particular a mi querida diócesis de Chiclayo en el Perú, donde un pueblo fiel ha acompañado a su obispo, ha compartido su fe y ha dado tanto, tanto para seguir siendo iglesia fiel de Jesucristo».
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