El secuestro y el asesinato de 13 trabajadores, con la respect...
Nadie puede negar que el Perú atraviesa la peor crisis institucional de las últimas dos décadas de democracia. Desde la difusión de los CNM-Audios y el referéndum, la institucionalidad democrática ha ingresado a una etapa oscura. La indignación ciudadana en contra de la corrupción judicial y el tráfico de influencias que revelaron los señalados audios crearon un momento inédito, quizá único, en la reciente historia, para desarrollar las reformas que le agregarán un nuevo piso a la construcción de la República. La reforma del sistema de justicia y del sistema político eran posibilidades evidentes.
Sin embargo, todo se contaminó con la estrategia de un sector del país —el sector que gobernó con Humala, Toledo, PPK y Villarán— que buscó que la indignación ciudadana contra la corrupción y las investigaciones y los procesos fuesen selectivos en contra de la oposición. El presidente Vizcarra decidió liderar este proceso y asumió todos los activos y pasivos de esta estrategia. Finalmente se logró el encarcelamiento y judicialización de la oposición, pero de una u otra manera, se malbarateó el momento reformista que había surgido.
Hoy la reforma del sistema justicia está contaminada por la estrategia de los sectores marxistas que buscan controlar las instituciones judiciales. Por ejemplo, la absurda idea de que la conformación de la Junta Nacional de Justicia se base en criterios de género que liquidan cualquier criterio meritocrático. La reforma política ha sido bastardeada porque en el referéndum se aprobó la no reelección sin bicameralidad. Una verdadera barbarie jurídica. La evidente intervención política del presidente Vizcarra en la crisis del Ministerio Público, aparentemente, ha culminado con la renuncia de Pedro Chávarry a la Fiscalía de la Nación. Sin embargo, Zoraida Ávalos, fiscal de la Nación interina, acaba de retirar a Alonso Peña Cabrera de la Unidad Técnica de Cooperación Internacional y, de alguna manera, ella aparece rendida a la estrategia de Rafael Vela y Domingo Pérez, muy vinculados a IDL-Reporteros y la izquierda marxista, que solo buscan desarrollar investigaciones selectivas contra un sector, mientras se protege a otros implicados Lava Jato.
¿Qué va a suceder cuando la ciudadanía se percate de la absurda maniobra que desarrollan algunos magistrados en el caso Lava Jato? Es evidente que otra vez la ira ciudadana se desatará contra las instituciones. Y los héroes de ayer se convertirán en los villanos de hoy, tal como sucede cuando las masas determinan el funcionamiento de las instituciones.
A entender de este portal el panorama para la institucionalidad es complicado porque el presidente Vizcarra, con el argumento de liderar “la lucha contra la corrupción”, ha convertido a la democracia en un gran tribunal. Todo tiene la fragilidad de un castillo de naipes.
Sin embargo, aquí tenemos que volver a señalar lo que sostuvimos desde que los aventureros marxistas que rodean a Vizcarra (hoy algunos se retiran conscientes de la gravedad de las cosas) lanzaron la estrategia de cerrar el Congreso y azuzar a “las masas” para presionar a las instituciones. El único camino que tiene la democracia peruana para sobrevivir en esta tormenta es aferrarse a la Constitución y preservar las instituciones a cualquier precio. Es el camino que han adoptado todas las democracias longevas en el planeta —desde la de Estados Unidos hasta la de Reino Unidos y las europeas— a diferencia de las “democracias plebiscitarias” como la que han promovido Vizcarra y el núcleo marxista que se encaramó en el poder.
El Perú para ser grande no solo tiene fortalecer el desarrollo capitalista que —con todas sus imperfecciones y limitaciones— comenzó 25 años atrás bajo el imperio de la Constitución de 1993, también debe ser capaz de superar el actual proceso de desinstitucionalización con la Carta Política en la mano y el soporte de las instituciones, no obstante que las últimas casi están en escombros. Cualquier reforma desde las instituciones crea libertad. Las revoluciones que suprimen instituciones engendran autoritarismos y dictaduras. No hay, pues, mucho que elegir.
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