La comisión de Constitución del Congreso de la R...
Los relatos de izquierda impiden la celebración
Hoy 12 de setiembre se cumplen 24 años de la captura de Abimael Guzmán y el desmantelamiento del Comité Central de Sendero Luminoso. Sin embargo, en el país no existen eventos oficiales ni celebraciones extendidas alrededor de este acontecimiento. De alguna manera es como si un velo histórico hubiese caído sobre uno de los acontecimientos más trascendentes en la historia del Perú del siglo XX. Es también como si se pretendiese que las nuevas generaciones no conozcan la magnitud del terror y muerte que desató uno de los movimientos terroristas más letales del planeta en los años ochenta.
Para comprender la magnitud de los hechos: Sendero Luminoso controlaba militarmente un tercio del país y había desatado el terror en todo el territorio. No solo eran asesinados los tenientes gobernadores de las comunidades más alejadas, sino también los comandantes generales de las tres armas, empresarios, alcaldes provinciales y autoridades en general. La explosión de los coches bomba en la capital nos asemejaban a las ciudades del Medio Oriente, hoy asoladas por el Estado Islámico. En el Perú ni los más pobres ni los más ricos eran dueños de sus vidas y sus propiedades. La mayoría emigró y en la comunidad internacional se presentaba una hipótesis: la posibilidad de la desmembración territorial del Perú ante el triunfo del terror maoísta.
Sin embargo el horror empezó a terminar con la captura de Guzmán y el desmantelamiento del mando senderista. ¿Por qué entonces no celebramos este magnífico acontecimiento? A entender de este portal semejante conducta tiene que ver con la imposición de los relatos de la izquierda como un relato oficial de Estado. El informe de la Comisión de la Verdad tiene el aspecto positivo de pretender otorgar voz a los excluidos, pero construye un relato cuando señala que la lucha antisubversiva representó una sistemática violación de DD. HH.
De pronto, algunas denuncias de violaciones de DD. HH. ocultaron la naturaleza popular y masiva de la estrategia antisubversiva del Perú, y malintencionadamente se equiparó la brutalidad senderista con el accionar de nuestras fuerzas armadas y policiales.
Aquí vale señalar que la derrota senderista solo se explica porque el movimiento terrorista fue destruido en el campo por la movilización campesina de abajo hacia arriba. Luego de la derrota en las áreas rurales, el mando terrorista se replegó a las ciudades lanzando bombardeos a diestra y siniestra. Y todos sabemos que las guerrillas latinoamericanas son inermes en las ciudades; y entonces, un equipo especializado de la policía capturó a Guzmán.
No obstante que la mayoría de los hechos de la lucha contrasubversiva en el Perú merecen ser recordados y estudiados, aquí olvidamos. El mando terrorista cayó sin disparar un solo tiro. La estrategia subversiva demoró una década en desmantelar el aparato terrorista, mientras que a Colombia le demanda más de cincuenta años. Las rondas campesinas y los comités de autodefensa en el campo representan la más impresionante movilización campesina de nuestra historia y, de una u otra manera, el comunero se convirtió en héroe y protagonista de la historia. Sin embargo los relatos de la izquierda solo lo presentan como una simple víctima que requiere apoyo de las ONG.
No obstante que el contenido nacional de la lucha contra el terrorismo es inmensamente superior a los procesos de la Independencia, la Guerra del Pacífico, y las guerras con el Ecuador, los relatos de la izquierda nos inhiben para la celebración. Pobres y ricos, campesinos y clases mesocráticas, analfabetos e instruidos, todos se unieron creando un sentido de peruanidad en contra de la amenaza senderista. Pero los relatos izquierdistas continúan impidiendo la celebración. ¿Hasta cuándo?
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