A través de la prensa de los Estados Unidos se acaba de...
Crisis política en el gigante de Sudamérica
En las próximas semanas, Dilma Rousseff, presidenta de Brasil, podría ser destituida de su cargo: el “juicio político” que impulsa la oposición contra Dilma en el Congreso lograría su objetivo. En el 2015, la oposición presentó una acusación formal en el Congreso contra Rousseff por ocultar presuntos casos de corrupción en la gestión del ex mandatario Lula Da Silva.
Hasta hoy este juicio político en el Congreso había sido evitado por el apoyo del Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) a Rousseff. Sin embargo, Michel Temer, vicepresidente brasileño y líder del PMDB, anunció el fin del acuerdo de gobierno con Dilma. Vale recordar que en las elecciones presidenciales del 2014, el PMDB y el Partido de los Trabajadores (PT) presentaron a Rousseff como presidenta y a Temer como primer vicepresidente. Con el alejamiento del PMDB, la destitución de Rousseff es una posibilidad y Temer podría ser investido como nuevo presidente brasileño.
La operación “Lava Jato”, la investigación que desveló los casos de corrupción en la empresa estatal Petrobras, es una de las razones por las que el PMDB ha roto su alianza con el PT. Pero la causa más importante del distanciamiento ha sido el escandaloso nombramiento del ex presidente Lula Da Silva como primer ministro, con el único fin de otorgarle inmunidad para evitar el proceso judicial que se le abrió por integrar una supuesta red de corrupción. Como se sabe, según la Fiscalía del estado de Curitiba, Lula habría recibido dinero ilícito de Petrobras. Cinco empresas implicadas en desvíos de dinero de la estatal petrolera habrían donado millones de dólares (más de US$ 5 millones) al Instituto Lula, presidido por el ex jefe de Estado. Además, dichas empresas habrían pagado unos US$ 2.5 millones por las conferencias que Lula realizó en Brasil y el extranjero, y habrían comprado la vivienda en la que el ex presidente reside actualmente.
El impeachment o juicio político solo es viable si es aprobado por dos tercios de los votos en la Cámara de Diputados y en la Cámara de Senadores; es decir, se necesita la aprobación de 342 votos en un Congreso con 518 diputados. El PMDB tiene la mayoría de diputaciones (63) y 18 escaños en el Senado (de un total de 81). La coalición opositora liderada por el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), e integrada por varios partidos ha logrado sumar 250 votos. A semejante escenario se le agregaría los 63 del PMDB y así se obtendría 313 votos. Queda por definir el apoyo de organizaciones opositoras menores, como el Partido Socialista Brasileño (31 escaños) o el Partido Social Demócrata (32 escaños). De otro lado, en el Senado los votos a favor de la destitución suman 54; es decir, exactamente los dos tercios.
La crisis política se desencadena, además, en un momento delicado para la economía brasileña. El panorama económico del país vecino es sombrío. Un informe de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) señala que el PBI brasileño sufrirá una contracción de 0.9%. Otros estudios establecen que la inflación anual será de dos dígitos. El boletín Focus, del Banco Central de Brasil, estima que la recesión económica en el vecino país se prolongará hasta el año 2017, derrumbando las esperanzas de recuperación en el mediano plazo.
Fotografía: Reuters
COMENTARIOS