Globalización

Del diálogo de Alaska a los cruceros de Estados Unidos frente a Venezuela

El gigante del norte parece haber definido a Hispanoamérica como área sensible

Del diálogo de Alaska a los cruceros de Estados Unidos frente a Venezuela
  • 21 de agosto del 2025


Luego de la reunión entre el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, y el jefe de Estado de Rusia, Vladímir Putin, las señales internacionales parecen indicarnos que se avecinan cambios tectónicos en la geopolítica planetaria. Unos días después de la señalada junta, tres cruceros de los Estados Unidos, la flota naval largamente más poderosa de la tierra, se dirigían hacia las costas de Venezuela. El argumento principal de la administración de Estados Unidos era que la narcodictadura de Nicolás Maduro y el chavismo protegía al “Cartel de los Soles”, que enviaba fentanilo a los Estados Unidos, destruía ciudades enteras y a la juventud estadounidense.

Sin embargo, más allá del argumento de la administración estadounidense, quedaba evidencia de que los Estados Unidos volvía a considerar a Hispanoamérica, a América Latina, en su zona de influencia directa, a tal punto que movilizaba una parte de su flota, tal como lo hace en Medio Oriente y en Asia.

Luego de la reunión que sostuvieron el presidente Trump y el presidente de Ucrania –Volodímir Zelenski– y los líderes europeos, era evidente que el mandatario estadounidense había informado los temas centrales de la junta que se desarrolló en Alaska. Después de la movilización de la flota estadounidense hacia las costas de Venezuela, según nos señala el internacionalista Miguel Ángel Rodríguez Mackay, no se puede descartar que en la junta Trump-Putin se hayan discutido eventuales concesiones territoriales a Rusia por un distanciamiento de Rusia del respaldo militar que parecía otorgar a la dictadura venezolana.

En este escenario, Maduro y la dictadura chavista desarrollaron el gesto histriónico de movilizar a miles de supuestos milicianos y activistas que, en una posible guerra convencional, como se dice, no son un factor a considerar. Una de las cosas más impresionantes de la movilización militar de los Estados Unidos hacia las costas de Venezuela es que todos los relatos y narrativas del progresismo y de la izquierda mundial acerca de un declive acelerado de la primera potencia del planeta parecían estrellarse con la realidad. Ni Rusia, ni China ni Irán, como se suele decir en esta región, dijeron algo o esta boca es mía. Los tres países que, supuestamente, formaban una alianza que respaldaba al chavismo.

La dictadura venezolana entonces comenzaba a quedarse absolutamente sola, y ni siquiera la eventual tolerancia progresista europea parecía tener lugar en el nuevo tablero, a la luz de la reunión entre Trump, Zelenski y los líderes europeos.

Lo cierto es que se vuelve a confirmar que los Estados Unidos sigue siendo el gran hegemón del planeta y largamente la primera potencia militar del orbe. En este sentido, la movilización militar de los Estados Unidos a las costas venezolanas es una extraordinaria noticia para los demócratas latinoamericanos, que contemplan impotentes como una dictadura se alía con los cárteles de la droga, extrae los recursos petroleros de la nación llanera para el bolsillo de una oligarquía comunista, y empobrece al 90% de nuestros hermanos venezolanos.

El globalismo ideológico progresista antes de Trump ha convivido con dictaduras latinoamericanas que han bañado en sangre a los pueblos de Cuba, Venezuela y Nicaragua, y que han provocado tragedias humanitarias como la emigración forzosa de más de un tercio de la población venezolana. ¿Cómo el mundo democrático, luego de las barbaries de los campos de concentración del nazismo, puede tolerar estas tragedias? ¿Qué ha sucedido con las élites de los Estados Unidos y de Europa antes de la llegada de la nueva administración estadounidense? Hoy todo parece cambiar para bien.

En Hispanoamérica entonces tenemos que tener una visión integradora de la nueva geopolítica mundial. Convocar a todos los capitales y tecnologías del planeta –más allá de identidades ideológicas– siempre y cuando se respeten los estados de derecho y sin olvidar que Latinoamérica es uno de los rostros de Occidente; un rostro moreno, pero finalmente occidental. Es decir, una región en donde existen democracias, repúblicas y sistemas de control del poder. 

Celebremos, entonces, el inicio del fin de la dictadura venezolana.

  • 21 de agosto del 2025

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