Editorial Educación

La sociedad reclama más poder en la educación

Familias desarrollan protagonismo en formación escolar

La sociedad reclama más poder en la educación
  • 06 de marzo del 2018

 

La reforma educativa que impulsó Jaime Saavedra no solo tenía un claro sesgo estatista, sino que implicaba recentralizar la gestión y la conducción de la escuela en el Estado, en un grupo iluminado de burócratas que tenían las recetas para mejorar la educación. El proyecto Saavedra avanzó no obstante el fracaso del Estado en organizar la educación republicana. Si bien esa tendencia estatista y centralista comienza a revertirse con el ministro de Educación Idel Vexler, es importante considerar la manera como la sociedad y las familias han venido reaccionando a estas tendencias, en la práctica, autoritarias.

Por ejemplo, en los últimos siete años, el número de matriculados en el sistema escolar gratuito que el Estado brinda bajó de 6.5 a 6.2 millones. De esta manera, la participación de las escuelas públicas en el sistema escolar disminuyó de 75.5% a 71.4% en el periodo 2009-2016.  Esto ocurrió pese a que en los últimos años el gasto público en la educación primaria aumentó de S/. 1,600 soles S/ 2,600 soles.

Por el contrario, el número de estudiantes matriculados en el sistema privado creció de 2.1 a 2.5 millones. En Lima, la capital del país, la participación del sector privado ya alcanza el 50%. Es decir que de cada dos colegios, uno es privado. En Arequipa, la segunda región más importante después de Lima, la participación privada subió de 42 a 44%, lo que refleja la mejora económica de esta región, producto del desarrollo de actividades como la minería.

La pregunta es ¿Por qué la gente compra un servicio que en otro lugar se brinda gratuitamente? Las evidencias muestran que la necesidad de un servicio educativo más cercano a los requerimientos de la gente se está imponiendo. Y el Estado, lejos de desalentar este proceso de migración, debería alentarlo, ya que ello refleja un estado de mejora e independencia económica.

Esta preferencia por los servicios privados, que ocurre durante el periodo escolar, también se manifiesta abiertamente durante el periodo vacacional. Si alguien quiere saber qué pasaría con la educación en un mundo sin Estado, debería volver sus ojos hacia acá. El periodo de vacaciones en Perú representa casi la quinta parte del tiempo de los escolares.

En las vacaciones las familias podrían hacer que sus hijos descansen todo el tiempo, y así la demanda de educación caería a cero. Total, para eso está el periodo escolar. Sin embargo, eso no ocurre. La demanda por educación, lejos de deprimirse, se dinamiza. En este periodo los gustos y preferencias de los niños salen a flote, y las familias optan por destinar parte de sus recursos a la formación de sus hijos.

Durante las vacaciones la oferta educativa es casi en su totalidad privada, o por lo menos pagada. Así, las necesidades de las familias son cubiertas por una variopinta canasta de alternativas educacionales que surgen espontáneamente. Son múltiples las organizaciones educativas que ofrecen diversos cursos, desde clases de idiomas hasta deportes. La educación no es gratuita, las familias pagan, y hay cursos y precios para todos los bolsillos.

En vacaciones, el menú, a diferencia de lo que ocurre en los colegios, es producto de un orden espontáneo. Es decir, de la interacción libre y voluntaria de los seres humanos. Muchas personas se ganan la vida enseñando, y muchas otras invierten sus recursos para desarrollar el potencial de sus hijos. Acá la oferta educativa no obedece a un plan central preconcebido desde el Estado, sino a la libre facultad de las personas de generar una oferta de servicios y ponerlos a disposición de las familias.

Todo esto es muy distinto a lo que ocurre en el periodo escolar, cuando el qué estudiar lo determina un grupo de “especialistas”. Esto es lo que aleja a la propuesta escolar vigente de las necesidades de la gente. Es un plan preconcebido que no considera los gustos, preferencias y actitudes. Aquí no importa lo que las familias prefieran, sino lo que el Estado considera que los niños deben aprender.

A ello puede deberse, en gran parte, las altas tasas de deserción escolar en el país, en unas regiones más que otras. Por ejemplo, en las regiones de la selva, donde la penetración del Estado en los colegios supera el 90%, la tasa de deserción escolar supera al 10% en la secundaria. En Ucayali, 18 de cada 100 alumnos abandona el colegio.

¿Qué se debe hacer? La política educativa debe dejar más espacios a la libertad de enseñanza. En educación, el Gobierno debe hacer lo que ha hecho con éxito en otros sectores de la economía para promover la inversión y mejorar la calidad de los servicios. El Estado podría incorporar a operadores privados de reconocido éxito en la administración de los colegios públicos, a fin de contribuir a la generación de nuevas ofertas educativas capaces de acercarse a las necesidades de la gente.

 

  • 06 de marzo del 2018

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