Desde las reformas económicas de los noventa, la Consti...
El Congreso enfrenta una disyuntiva que nos parece capital: o aprueba por insistencia la ley que permite el nombramiento automático de docentes con tres años de contrato o más, o respeta la política nacional que ha organizado la Carrera Pública Magisterial (CPM) en base a concursos y evaluación de méritos. El educador Idel Vexler ha sostenido que si el Legislativo insiste en esta norma se estaría nombrando a alrededor de 80,000 docentes, no obstante que la mayoría de ellos, desde el 2015 hasta la fecha, ha desaprobado los exámenes y evaluaciones convocadas por el Ministerio de Educación (Minedu) para ingresar a la CPM.
La insistencia del Legislativo en este proyecto de ley –que fue observado por el Ejecutivo– representaría un golpe letal a la Carrera Pública Magisterial, porque alrededor del 80% de los profesores ya ha sido nombrado o promovido en base a concursos y evaluaciones meritocráticas. Es decir, de un aproximado de 420,000 docentes en total alrededor de 340,000 ya pertenece a las diversas escalas de la CPM que se ha organizado en base a concursos convocados desde el 2007 hasta la actualidad. Una política de Estado que se ha mantenido a través de los últimos gobiernos nacionales.
En este momento, por ejemplo, se está desarrollando un concurso nacional en el que participan 250,000 profesores para ocupar 50,000 plazas que han sido debidamente presupuestadas. Y he aquí otro de los grandes problemas que se crean con los nombramientos automáticos al margen de la CPM: el Congreso desarrolla iniciativa de gasto nombrando a maestros sin plazas presupuestadas. Una de las causas, entre varias, del descontrol actual del déficit fiscal.
Por otro lado, vale mencionar que las consecuencias de una eventual insistencia del Congreso en el proyecto de ley observado no solo tendrían que ver con el futuro de la educación, sino también con las posibilidades del desarrollo del país. ¿A qué nos referimos? El Perú podría seguir creciendo en base a inversiones en minería, agroexportaciones, turismo e infraestructuras; sin embargo, sin capital social –es decir, sin una fuerza laboral educada e innovadora– será imposible alcanzar el desarrollo. En algún momento el crecimiento se bloqueará por falta de innovación en los mercados. Y el tema educativo será crucial en la explicación del problema.
Vale recordar que a los países occidentales el desarrollo le costó más de dos siglos de aprendizaje institucional y económico, un aprendizaje que solo llegó cuando las sociedades organizaron una educación de calidad. A países como Corea del Sur y los demás tigres del Asia, sin embargo, el desarrollo les demandó cerca de cuatro décadas porque abreviaron las etapas de aprendizaje del desarrollo a través de reformas educativas audaces que –junto a las reformas de salud–- organizaron un capital social que les posibilita competir en los mercados globales y en la actual revolución digital del planeta.
Las bancadas de la centro derecha en el Congreso, principales protagonistas del rechazo al golpe de Estado de Pedro Castillo, tienen una enorme responsabilidad con el futuro de la educación.
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