Luego de la barbarie perpetrada por la alianza de la miner&iac...
En medio de la expectativa nacional que desataba el primer partido de la selección nacional en el Mundial de Fútbol, el Ejecutivo promulgó el Manual de Advertencias Publicitarias, que establece el sistema de los octógonos prohibitivos para las etiquetas de los alimentos industriales. De esta manera, el Ejecutivo optó por una posición anti industrial y se allanó a las propuestas de la izquierda anti inversión del Gabinete.
Pero el Gobierno de Vizcarra no solo confirmó su claro tufillo anti empresarial, sino que se decidió por desarrollar una nueva colisión con el Congreso, en el preciso momento en que Ejecutivo y Legislativo buscaban fórmulas de consenso alrededor de este sensible tema. Como se sabe, el recién publicado Manual de Advertencias Publicitarias está basado en los octógonos prohibitivos, que solo establecen alertas para los niveles altos en azúcar, sodio, grasas saturadas y grasas trans.
Como ya se sabe, el Congreso aprobó el sistema de semáforos que —sobre la base de los colores rojo, amarillo y verde— señala qué alimentos industriales tienen niveles alto, medio o bajo en azúcar, sodio, grasas saturadas y grasas trans. El gobierno de PPK observó la mencionada ley; y con la asunción al poder de Vizcarra, el Congreso y el Ejecutivo buscaban fórmulas de consenso, hasta que la ministra de Salud, Liliana Pessah, amenazó con renunciar y el Ejecutivo se allanó a la estrategia anti empresarial.
El Manual de Advertencias Publicitarias publicado por el Ejecutivo difiere de la propuesta de octógonos anterior en lo siguiente: ya no serán de color rojo, sino negro y blanco. Asimismo las prescripciones del señalado manual entrarían en vigencia el 19 de junio del 2019, el tiempo necesario para que la industria se adecúe a la nueva normatividad. Sin embargo todo esto parece ser una guerra de posiciones, porque lo más seguro es que el Congreso insistirá en el etiquetado en base a los semáforos.
Pero, ¿cuál es el debate de fondo? En este portal hemos denunciado que, en América Latina, existe una estrategia de las ONG vinculadas a la salud y a la izquierda, que buscan sobrerregular la producción de los alimentos industriales con el cuento de la lucha contra la obesidad. El objetivo: quebrar a las empresas latinoamericanas para que se vendan a precio de remate. La mejor confirmación de esta tesis es que los octógonos prohibitivos solo se aplican en Chile, en donde la izquierda mapocha logró imponer sus reales antes de la elección de Sebastián Piñera.
No hay octógonos en ninguna otra parte del planeta. Muy por el contrario, en las naciones desarrolladas y en los países que pertenecen a la la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) se aplican los principios del Codex Alimentarius —ratificado por 188 países—, que establecen que las etiquetas de los alimentos industriales deben evitar causar temor para fomentar la pedagogía. Los octógonos del sector salud solo causan temor.
Si hay alguna duda, en países como Estados Unidos, Francia o Reino Unido —sociedades con los mejores sistemas de salud y esperanza de vida— se utilizan las etiquetas informativas o el sistema de semáforos. A nadie se le ocurre promover un sistema de alertas prohibitivas. Es más, la defensa de los octógonos está repleta de prejuicios anti industriales. Por ejemplo, el médico y comunicador Elmer Huertas, el principal defensor de los octógonos en el Perú, unos años atrás celebraba que el Ecuador aprobara el sistema de semáforos. ¿Cómo se entiende esa coherencia “científica”?
En un país con 43.6% de anemia en la niñez, plantear los octógonos invocando una lucha contra la obesidad es una tremenda frivolidad. En un país que ha reducido pobreza del 60% de la población a solo 20%, en base a la inversión privada, discutir una fórmula anti empresarial —como los octógonos— solo revela la falta de visión de país y las evidentes limitaciones de la administración Vizcarra. El Congreso tiene la ineludible responsabilidad de detener esta ofensiva anti empresarial.
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