¡Privatizar Sedapal, ya! ¡La gente no tiene agua!

Desde el sábado 4 de septiembre –es decir, hace más de 10 días–, miles de familias del distrito de San Juan de Lurigancho no tienen acceso al agua potable debido a las restricciones que ha impuesto la empresa estatal de agua y saneamiento Sedapal. No obstante que el motivo de las restricciones, según los funcionarios, son los “trabajos de mantenimiento debido a una ruptura” (otra más), el hecho que más de un millón de personas no tengan acceso al agua potable nos recuerda el fracaso de la empresa estatal ,y en general del Estado, en las aventuras empresariales en este sector. Lima, en todo sentido, es la ciudad de los aniegos y la falta de agua.

No es la primera vez que se produce un aniego de grandes proporciones en este populoso distrito. En octubre del año pasado, durante el gobierno interino del presidente Francisco Sagasti, la ruptura de una tubería originó el desabastecimiento del agua potable durante varios días en San Juan de Lurigancho. Aún así, la primera ministra de entonces, Violeta Bermúdez, anunció la transferencia de alrededor de S/ 198 millones a la estatal Sedapal, que servirían para garantizar el “abastecimiento y calidad” del agua potable en la ciudad de Lima. ¡Casi S/ 200 millones para una empresa estatal que meses después vuelve a perpetrar el mismo drama!

Es lógico que al gobierno comunista de Castillo no le pidamos el milagro de privatizar Sedapal y las más de 50 empresas públicas (empresas prestadoras de servicio) que existen en el país. A nuestro entender estas empresas estatales explican que alrededor de siete millones de personas (el 25% de peruanos) carezcan hoy de este servicio tan básico para el buen vivir. 

El gobierno de Castillo está ideologizado a tal extremo que el Ministro de Trabajo, Iber Maraví, ha presentado propuestas para reformar la legislación laboral en base a sindicatos, con el objeto de destruir la empresa privada en general. Se ignora que hasta en países comunistas, como Cuba, se ha privatizado el servicio de agua potable y alcantarillado (Aguas de La Habana).

Sin embargo, es evidente que no solo se trata de voluntad. La tragedia del Perú es que no existe un mercado del agua que fomente la inversión privada, tal como sucede en la telefonía y en la electricidad, por ejemplo. Únicamente existe un Decreto Supremo (N°214-2019) que posibilita la entrada del sector privado hasta un 30%; pero solo para la administración, operación y mantenimiento preventivo. De lo que se trata es que el sector privado participe en la construcción, instalación, rehabilitación y ampliación de infraestructura

La Asociación de Fomento a la Infraestructura Nacional (AFIN) indica que la brecha en agua potable supera los US$ 1,000 millones. ¿Cómo cerrar semejante déficit sin el concurso de la inversión privada? No se puede. Lamentablemente la privatización de Sedapal parece un imposible en una administración estatista como la de Castillo, que promueve el control de precios y las estatizaciones como una estrategia hacia la asamblea constituyente.

Sedapal continuará entonces como está. Todo indica que se presentarán más aniegos, más tuberías rotas y más desabastecimiento de agua en medio de la pandemia y la crisis sanitaria.