Al margen de adhesiones y rechazos es incuestionable que, pese...
El Perú ha demostrado en los últimos años un creciente interés por la exploración y el uso del espacio con fines estratégicos. Desde el lanzamiento del satélite de observación terrestre PerúSAT-1 en 2016, el país ha adquirido capacidades significativas en el manejo de tecnologías espaciales. Sin embargo, la ausencia de un satélite de comunicaciones propio representa una brecha que urge cerrar para garantizar la soberanía tecnológica y mejorar la conectividad en todo el territorio nacional.
En 2020 el Estado peruano gasto aproximadamente US$ 21,7 millones en la contratación de servicios de telecomunicaciones satelitales para 45 entidades públicas. Esta cifra aumentó a US$ 34.95 millones en 2021 y alcanzó los US$ 54.17 millones en 2023. En un horizonte de 15 años, este gasto acumulado ascendería a US$ 325.25 millones, una suma suficiente para financiar la adquisición de un satélite de comunicaciones propio. Esta situación evidencia una gestión ineficiente de los recursos, ya que contratar servicios satelitales de manera dispersa impide acceder a economías de escala y limita el poder de negociación del Estado.
Países vecinos como Argentina, Bolivia y Brasil han entendido la importancia de poseer satélites propios, lo que les ha permitido reducir su dependencia de proveedores extranjeros y garantizar la autonomía en la transmisión de datos. Estas experiencias pueden servir como referencia para que el Perú impulse su propio proyecto satelital.
Uno de los principales problemas de conectividad en el Perú es su geografía accidentada, que dificulta la instalación de redes terrestres de telecomunicaciones. A pesar de inversiones significativas en redes de fibra óptica, aún existen más de 16,180 localidades rurales sin acceso a Internet. La implementación de un satélite de comunicaciones permitiría llevar conectividad a regiones como Loreto, Ucayali y Madre de Dios, donde no se han desarrollado proyectos de red regional de fibra óptica.
El acceso a telecomunicaciones no solo es clave para la educación y la salud, sino que también impulsa el desarrollo económico al facilitar la inclusión digital de miles de peruanos. En este contexto, un satélite propio se convertiría en una herramienta esencial para cerrar la brecha digital y democratizar el acceso a la información.
El Perú es un país altamente vulnerable a desastres naturales como terremotos, inundaciones y deslizamientos de tierra. En estas situaciones, la infraestructura de telecomunicaciones terrestre suele verse gravemente afectada, dejando incomunicadas a miles de personas y dificultando la coordinación de esfuerzos de rescate y asistencia.
Un satélite de comunicaciones podría operar como un sistema de emergencia nacional, garantizando la disponibilidad de canales de comunicación en situaciones críticas. Su implementación permitiría mejorar la capacidad de respuesta del Estado ante desastres naturales y crisis humanitarias, facilitando la transmisión de información en tiempo real a las autoridades y organismos de socorro.
El desarrollo y puesta en órbita de un satélite de comunicaciones representa una inversión significativa, pero sus beneficios a largo plazo justifican plenamente el desembolso. Con un costo estimado de entre 180 y 325 millones de dólares, un satélite de tipo HTS (High Throughput Satellite) permitiría al Estado peruano ahorrar en contrataciones anuales de servicios satelitales y generar ingresos adicionales al ofrecer capacidad excedente a operadores privados.
Además, la puesta en marcha de un proyecto satelital propio impulsaría el desarrollo de capacidades tecnológicas en el país, fomentando la formación de especialistas en ingeniería aeroespacial y telecomunicaciones. Esto abriría nuevas oportunidades para la investigación científica y la cooperación internacional en el ámbito espacial.
Para maximizar los beneficios de un satélite de comunicaciones, es necesario que el Estado formule una política pública integral que unifique los distintos sistemas de telecomunicaciones existentes. La integración de la Red Dorsal Nacional de Fibra Óptica (RDNFO), las redes regionales de fibra óptica y el futuro satélite permitiría optimizar los recursos, reducir costos y mejorar la calidad del servicio de telecomunicaciones para entidades públicas y poblaciones vulnerables.
Existen bases sólidas para iniciar los estudios técnico-económicos necesarios para la formulación de este proyecto. El Estado peruano tiene en sus manos la posibilidad de dar un paso trascendental en el desarrollo de infraestructura espacial propia, una decisión que impactará positivamente en el futuro del país y su desarrollo digital.
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