En el corazón de la sierra norte del Perú, el di...
La izquierda en el Perú señala que sin reformas políticas no hay futuro para la República. Hay parte de verdad en esa afirmación. Sin embargo, luego de analizar las propuestas (elección del Congreso en segunda vuelta, dos tercios para que el Legislativo insista en una ley vetada, censura solo de los gabinetes y levantamiento de inmunidad parlamentaria por el Poder Judicial) resulta evidente que estas propuestas solo se convertirán en un capítulo más de la guerra política iniciada en el referéndum.
La izquierda, al parecer, pretende constitucionalizar un Ejecutivo al margen del equilibrio de poderes. Sin embargo, lo que llama la atención es que ni el Gobierno ni la izquierda pronuncien palabra alguna sobre las urgentes reformas económicas e institucionales que el país necesita para relanzar el crecimiento y continuar reduciendo pobreza. Y se guarda silencio no obstante que se comienza a ralentizar el crecimiento de tal manera que la posibilidad de volver a ser una sociedad que aumente pobreza se ha vuelto una amenaza real.
La cosa es grave. Las cifras asustan. El economista César Peñaranda, director del Instituto de Economía Empresarial de la CCL, durante el Seminario Quo Vadis (organizado por la Cámara de Comercio de Lima) presentó números y comparaciones sobrecogedoras. Por ejemplo, entre el 2001 y el 2008 el PBI creció un promedio anual de 5.8%, y el PBI per cápita en 4.1%. Asimismo, el PBI potencial representó 5% y se logró 17 puntos porcentuales de reducción de pobreza. Entre el 2006 y el 2008 el PBI se expandió en promedio anual en 8.4% y el PBI per cápita en 6.6%. El PBI potencial representó 6% y se consiguió reducir pobreza en 11.8 puntos porcentuales
Y aquí viene lo estremecedor de las cifras presentadas por Peñaranda. Entre el 2014 y el 2018, el PBI se expandió en promedio anual 3.2% y el PBI per cápita 2.1%. De otro lado, el PBI potencial representó 3.5% y solo se logró reducir pobreza en 1.7 puntos porcentuales. En otras palabras, un solo año de los periodos anteriores mencionados superó largamente la reducción de pobreza entre el 2014 y el 2018. Terrible. Sin olvidar que en el 2017 volvimos a aumentar este flagelo en un punto.
Entre las cifras presentadas por Peñaranda, la trayectoria de la inversión privada ilustra la manera cómo el modelo ha ido apagando los motores del crecimiento. En el 2010 la inversión privada representaba el 25.8% del PBI, el 2012 sumaba el 15.6%, pero el 2014 cayó en -2,2%, el 2015 en -4.2%, el 2016 en -5.4%. Recién en el 2017 hubo una magra recuperación de 0.2%, y el 2018 la tasa de inversión privada representó el 4.4% del PBI.
¿Qué significa todo esto? La izquierda, que suele vendernos la idea de que hay librar una guerra del fin del mundo por “la reforma política”, siempre señalará que todo se explica por la caída del precio de los commodities, por el fin del superciclo de los minerales. Sin embargo, solo basta analizar la trayectoria del PBI potencial (la capacidad de crecer sin causar inflación) para advertir que las reformas económicas de los noventa —macroeconomía responsable, desregulación de precios y mercados, fin del Estado empresario y libre comercio— ya no son suficientes para seguir creciendo a tasas altas y continuar reduciendo pobreza.
El Perú necesita una oleada de reformas que establezca una infraestructura legal mínima, predecible, para el desarrollo de los mercados: un sistema de justicia confiable, derechos de propiedad y contratos accesibles. Así se potenciarían el flujo de inversiones, la creación de empleo y la reducción de pobreza. Igualmente se requiere con urgencia avanzar en la solución de los problemas acumulados en infraestructuras físicas: carreteras, puertos, energías, y conectividad en general. De otro lado, si el Perú sigue postergando las reformas de la educación (por priorizar las agendas de las ONG) y del sistema salud, el país no tendrá el capital social, los trabajadores adecuados para enfrentar las tendencias innovadoras de la economía mundial.
Todos sabemos que esas son las reformas que se debe emprender. Todos también sabemos que existe un mínimo de consenso en el Ejecutivo y el Legislativo para concretar esas iniciativas. Sin embargo, la izquierda quiere que todo gire alrededor de la “reforma política”, que solo causará más enfrentamiento, más polarización, mientras se entierran las urgentes reformas económicas.
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