La sedimentación de cerca del 70% de la capacidad de la presa L...
La crisis política —que se expresó en el frustrado proceso de vacancia presidencial y que se prolonga con las protestas callejeras en contra de la manera como se otorgó el indulto humanitario al ex presidente Alberto Fujimori— comienza a convertirse en la peor amenaza contra el Perú. No solo porque deteriora las instituciones y enfrenta a los actores políticos, sino porque también está ahogando a la economía, que se convirtió en la gran organizadora de la sociedad en los últimos 25 años.
Diversos economistas y analistas señalan que la meta de crecer 4% en el 2018 quizá no se logre porque la desconfianza política de los agentes económicos se agrava y se transforma en incertidumbre política. El fallido proceso de vacancia presidencial, por ejemplo, coloca enormes interrogantes sobre la continuidad de la administración PPK, y en ese contexto no hay inversionista que se atreva. Por ejemplo, en momentos en que el precio del cobre trepa a niveles impensados en los últimos años, se posterga dos meses la adjudicación de Michiquillay en Cajamarca.
Algunos economistas señalan que, en este contexto de incertidumbre política, el crecimiento del 2018 apenas podría superar el 2% del PBI. Como se sabe, el Perú necesita crecer 3.5% para generar el empleo adecuado que absorba la demanda de trabajo de los 250,000 jóvenes que se incorporan anualmente a la población económicamente activa. Si no se consigue ese nivel mínimo de crecimiento, automáticamente el país se convierte en una sociedad que aumenta pobreza, luego de haber liderado la lucha contra este flagelo en la región latinoamericana en el último cuarto de siglo.
Pero eso no es todo. El Instituto de Economía y Desarrollo Empresarial (IEDEP) de la Cámara de Comercio de Lima (CCL), considera que en el 2017 tendremos un déficit fiscal cercano al 3%, y el 2018 alrededor de 3.5%. El motivo: la recaudación tributaria está bajando de manera preocupante. En este contexto, con un menor crecimiento, todas estas inquietantes proyecciones se confirman y se agravan. Asimismo si bien al Perú mantiene su nivel de riesgo país, a diferencia de Chile y otros que han perdido calificaciones, es evidente que si el déficit sigue creciendo y la deuda pública incrementándose, tarde o temprano, el antiguo milagro económico de América Latina se convertirá en una interrogante.
En resumidas cuentas, la crisis política no solo bloquea las posibilidades de emprender las urgentes reformas económicas y sociales que el Perú debe abordar para superar a trampa de ingresos medios, sino que asfixia las mínimas posibilidades de crecimiento que evitarían que la economía entre en cuidados intensivos.
De allí la enorme importancia de convertir el indulto humanitario al ex presidente Fujimori en una posibilidad de reconciliación, en una apuesta por los entendimientos Ejecutivo y Legislativo, que no fueron posibles luego de las elecciones nacionales pasadas. Si los políticos no entienden estas encrucijadas estarán matando a la gallina de los huevos de oro de la sociedad peruana, no solo porque el crecimiento permite reducir pobreza, sino también porque la expansión económica, la reducción de pobreza y el aumento general del bienestar son los únicos factores que explican la continuidad democrática del país en medio del fracaso general de los partidos, los políticos y las élites.
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