La reducción de pobreza como oposición al colectivismo

No nos cansaremos de repetir que el principal escollo que ha enfrentado el proyecto colectivista de la asamblea constituyente –junto a la oposición en el Congreso– ha sido el crecimiento económico, el avance en la reducción de pobreza y el engrosamiento de las clases medias. Si Pedro Castillo y Perú Libre hubieran asumido el poder en una sociedad con la mayoría de la población en pobreza, inevitablemente hubiesen tenido enormes posibilidades de aplicar políticas clientelistas, desarrollar expropiaciones y crear una red de empresas estatales. La resistencia a la constituyente habría sido derrotada en la primera batalla.

Sin embargo, el peor enemigo de la asamblea constituyente, de Perú Libre, del Movadef y del Foro de Sao Paulo, ha sido la economía y la movilización de las clases medias.

No obstante, los anuncios de la asamblea constituyente y las nacionalizaciones han desplomado el crecimiento de la inversión privada, tal como lo señalan economistas e instituciones económicas. 

Por ejemplo, se acaba de conocer el informe Evolución de la pobreza monetaria 2010-2021 (encuesta Enaho) del INEI, en EL que se revela que en el 2021 la pobreza monetaria afectó al 25.9%, un avance de 4.2% con respecto al 30.1% del 2020, cifras que se explican por la pandemia. Sin embargo, todavía no se pueden recuperar los logros alcanzados antes de la pandemia, cuando la pobreza se había reducido a 20.2%.

El Perú entonces genera la impresión de reducir la pobreza por efecto del rebote económico en general. Sin embargo, considerando los avances económicos y sociales antes de la pandemia y la inmejorable posición de los precios de minerales –Perú es segundo productor mundial de cobre– resulta incuestionable que, en el mediano plazo, estamos aumentando la pobreza.

El efecto inmediato de no poder recuperar los avances sociales antes de la pandemia es el debilitamiento de las clases medias. Por ejemplo, el Instituto Peruano de Economía (IPE) acaba de publicar un interesante informe que revela que en el 2021 la clase media peruana se situó en 30.6%. Es decir, se recuperaron algunos puntos porcentuales de la caída a 26.1% en el 2020. Sin embargo, he aquí lo grave: la clase media no logra recuperarse y representar casi el 40% de la población, tal como sucedía antes de la pandemia.

En los retrocesos en la lucha contra la pobreza y el debilitamiento de las clases medias, la única explicación tiene que ver con el desplome de la inversión privada. Las cosas son tan graves que, pese al superciclo de precios de los minerales, el crecimiento de la inversión minera caerá en 15%. En el superciclo anterior, de una década atrás, la inversión del sector se expandió en 160%. 

¿A qué vamos? La inversión privada es el principal motor del modelo económico que posibilitó reducir la pobreza –en tres décadas– del 60% de la población a solo 20%, porque ella representó el 80% del total de lo invertido en el país y explica más dos tercios de toda la pobreza reducida en los últimos 30 años, según todos los organismos multilaterales.

Vale recordar que cuando mayor es el crecimiento, más pobreza se reduce y más avanzan las clases medias. Por ejemplo, entre el 2001 y el 2008 el promedio anual de reducción de pobreza fue de 2.1%. Entre el 2006 y el 2008 el promedio de reducción de pobreza anual fue de cuatro puntos. Sin embargo, entre el 2014 y el 2018 el promedio anual de reducción de pobreza se desplomó a 0.3%. A partir de allí el crecimiento y la pujanza del modelo comenzó a lentificarse. 

Las tasas de reducción de pobreza altas corresponden a promedios anuales de crecimiento del 6%, y la ralentización de la economía explica la imposibilidad de avanzar más en la lucha contra este flagelo social. En este contexto, es incuestionable que los anuncios de la constituyente, de las nacionalizaciones y la idea de un Ejecutivo que gobierna contra la Constitución son las mayores fábricas de pobreza.