En el pleno del Congreso las bancadas de izquierda, con la com...
Crecimiento bajo es sinónimo de aumento de pobreza
A estas alturas es evidente que la economía peruana apenas crecerá por encima del 2%, por los huaicos y lluvias que azotaron el norte y el caso Lava Jato, que se suman a una sostenida caída de la inversión. En el primer trimestre las inversiones pública y privada terminaron en rojo. En este contexto, algunos consideran que la reconstrucción puede ser la fórmula que evite la caída del PBI. No obstante, César Peñaranda —director del Instituto de Economía y Desarrollo Empresarial de la Cámara de Comercio de Lima— señala que se debe evitar el error de gastar con excesiva velocidad solo para ganar algunas décimas de crecimiento, ignorando los aspectos técnicos de una reconstrucción de cara al futuro.
¿Cómo hacer entonces para acelerar la reconstrucción, relanzar el crecimiento económico y evitar las trampas cortoplacistas? Una primera medida es asegurar que el proceso de reconstrucción se desarrolle sobre la base de diagnósticos y estudios serios, realizados por entidades y consultores internacionales, con el objeto de organizar un nuevo espacio urbano y rural en las zonas destruidas. Si no existe un plan mínimo para reconstruir la infraestructura, entonces no existirá el plan maestro que debe armonizar las relaciones entre el gobierno central, las regiones y los gobiernos locales. El Estado volverá a asumir la suma de fracasos y bloqueos institucionales.
Si las cosas avanzan en ese sentido, es evidente que en el 2017 el Estado no podrá empezar a gastar (alrededor de US$ 3,000 millones, según el jefe de Estado) en la reconstrucción en espera de los diagnósticos y estudios correspondientes. En este contexto, es fundamental que surja una dialéctica institucional apropiada entre la Autoridad para la Reconstrucción con Cambios (ARC) —entidad aprobada en el Congreso a iniciativa del Ejecutivo— y los ministros, los gobernadores y los gobiernos locales. Al respecto, Peñaranda señala que si los ministros y las autoridades locales perciben que el director ejecutivo de la ARC no tiene peso propio, podríamos reeditar la experiencia fracasada del Forsur, que se creó para la reconstrucción luego del terremoto en Pisco.
Sin embargo para resolver la interrogante del crecimiento también resulta fundamental que el Estado relance la inversión pública, que en el primer trimestre ha caído de manera preocupante. Sobre todo considerando que parece una posibilidad lejana que la inversión privada logre repuntar en este contexto político social.
No obstante, como todos sabemos, en el Perú no se puede pensar en crecimiento y reducción de pobreza en el mediano plazo sin el protagonismo de la inversión privada. Del total de lo invertido en el país, aproximadamente el 80% es aporte privado. Y las inversiones en minería e infraestructuras son componentes centrales del total de inversión privada. Bueno pues, las inversiones mineras en Quellaveco y Michiquillay están pensadas recién a partir del 2018. De allí la enorme trascendencia de relanzar las inversiones en infraestructura mediante la modalidad de asociaciones público privadas y obras por impuestos.
El Ejecutivo y el Congreso deberían desarrollar un acuerdo mínimo para facilitar los ajustes legales que permitan relanzar las inversiones en infraestructuras. Especialmente considerando que en ambos poderes del Estado, más allá de los matices, hay dos fuerzas promercado, prosistema, que deberían entender que si el Perú no recupera la senda del crecimiento alto volveremos a ser una sociedad en la que aumenta la pobreza, y el pesimismo de la gente podría terminar favoreciendo a las fuerzas antisistema.
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