Editorial Economía

La desaceleración de la economía que puede destruirlo todo

El crecimiento del Perú y del mundo no recuperará niveles previos a pandemia

La desaceleración de la economía que puede destruirlo todo
  • 25 de octubre del 2022

Casi todos los organismos multilaterales y diversas proyecciones económicas señalan que la economía mundial este año crecerá por debajo del 3%, y que no se recuperarán los avances previos a la pandemia. Las perspectivas para el 2023 todavía son más sombrías y algunos no descartan un escenario recesivo. La causa: los ajustes monetarios y fiscales de las economías desarrolladas, que buscan combatir la inflación mundial (catalizada por la invasión de Rusia a Ucrania), podrían causar un estancamiento de la economía planetaria, incluso con efectos más graves que la crisis del 2008 y los efectos temporales de la pandemia.

La economía mundial entonces no va bien en los siguientes años. En este escenario una economía como la peruana, con enormes ventajas comparativas en minería y agroexportaciones, debería apuntar a maximizar el crecimiento de la inversión privada. Sobre todo considerando que, sorprendentemente, la demanda mundial de cobre no deja de aumentar, y ya es sabido que el planeta nunca deja de comprar alimentos, tal como sucedió durante la pandemia.

Sin embargo, el Gobierno de Pedro Castillo ha sumado todos los argumentos para derrumbar las posibilidades de crecimiento de la inversión privada. Si bien los anuncios acerca de la promoción de una asamblea constituyente y la nacionalización de los recursos naturales no prosperaron por la resistencia de la mayoría nacional, es incuestionable que han quebrado la confianza de los inversionistas en el país.

Igualmente, si bien no han existido modificaciones radicales del modelo económico (excepto de los decretos laborales del sector Trabajo) sí se ha abandonado adrede el principio de autoridad en las regiones mineras. De una u otra manera, durante los dos primeros gabinetes de esta administración, se alentó el empoderamiento de las minorías radicales que actúan en las zonas mineras al margen de la Constitución, las leyes nacionales y los tratados internacionales.

El empoderamiento de las minorías radicales ha llegado a tal extremo que dos minas de talla mundial, que causarían la envidia de cualquier país minero (Australia, Canadá, Chile. Sudáfrica), tales como Las Bambas y Los Chancas (en la región Apurímac), están invadidas por unas decenas de mineros ilegales que destruyen el medio ambiente y no pagan impuestos. Sin embargo, el Gobierno y las autoridades del Estado se hacen de la vista gorda. 

No es extraño entonces que el Perú se haya desplomado a los últimos lugares de competitividad minera y que, en la última edición de Perumin –uno de los mayores eventos mineros de la región– se haya señalado que la inversión en Quellaveco –más de US$ 5,500 millone–s es la última de esta magnitud en el país. Luego de ella no hay un emprendimiento de esa dimensión, tal como sucedía en años anteriores. El crecimiento de la minería, pues, ha sido detenido no obstante el ciclo en alza de precios de los minerales.

Algo parecido empieza a suceder en las agroexportaciones, un sector en que el Perú podría convertirse en una potencia mundial. Gracias a la Constitución de 1993, los 22 tratados de libre comercio y la derogada ley de Promoción Agraria (Ley 27360), en apenas dos décadas las agroexportaciones crecieron de US$ 621 millones a US$ 9,000 millones en el 2021. Sin embargo, luego de la derogatoria de la Ley 27360, durante el Gobierno provisional de Sagasti, se canceló la posibilidad de nuevos emprendimientos. Como producto de la inercia de inversiones previas a la derogatoria, los envíos al exterior seguirán creciendo a US$ 10,000 millones en el 2022 y a US$ 11,000 millones el 2023. A partir de allí comenzará el declive del milagro agroexportador del Perú, que sorprendió al mundo. 

Pero ya no se trata solo de la destrucción de un Ejecutivo claramente anti inversión. El Congreso también tiene responsabilidad evidente. Por ejemplo, los congresistas no se atreven a derogar los decretos laborales del Ministerio de Trabajo que buscan colectivizar las relaciones laborales y desalentar la inversión privada.

Si se consolidan la desaceleración económica y el aumento de la pobreza, la izquierda habrá ganado y se favorecerá la estrategia de la constituyente.

  • 25 de octubre del 2022

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