El Estado fracasa en la salud, pero se culpa a los privados de tragedia

El Gobierno de Pedro Castillo, con los nombramientos de activistas y militantes en el Ministerio de Salud (Minsa) y el sistema de seguridad social (EsSalud), ha terminado de derribar los tímidos avances en reformas y cambios en el sistema sanitario. Sin embargo, el fracaso del Estado en la reforma del sistema de salud viene de atrás y es total, a pesar de que desde el 2010 el presupuesto institucional de apertura (PIA) viene creciendo en un promedio superior al 10%. 

Sin embargo, el fracaso del Estado en el sistema de salud ha tenido como contraparte el gesto y las campañas populistas de los políticos. Por ejemplo, durante la tragedia de la pandemia con la administración Vizcarra, el Perú alcanzó un lamentable récord planetario: más de 210,000 fallecidos por la imprevisión del gobierno, la irresponsabilidad de utilizar las llamadas pruebas rápidas y la politización frívola del manejo de la pandemia.

El Gobierno de ese entonces y sus ministros pretendieron culpar al sector privado de la tragedia nacional. Por ejemplo, se argumentó que la falta de camas UCI para atender a los pacientes graves de Covid era responsabilidad de las clínicas privadas, no obstante que ellas atienden solo al 5% de la población. Igualmente se dijo que las farmacias privadas eran las responsables de la falta de genéricos para tratar el Covid (paracetamol y azitromicina), no obstante que el Estado a través de las farmacias del Minsa, EsSalud y los establecimientos de las fuerzas armadas y policiales, controla el 80% de la oferta de medicamentos.

Los ministros de entonces salían a los medios a señalar que las farmacias privadas eran responsables de la falta de genéricos y de vender productos de marca más caros. Ante la imprevisión del Estado, el stock de las farmacias privadas se acabó en semanas, a pesar de que estaba programado para meses. Al final el sector privado se reabasteció y se convirtió en una columna central de oferta de genéricos.

El fracaso del Estado en la salud, pues, es incuestionable. En un estudio desarrollado por Videnza Consultores –por encargo de la Sociedad de Comercio Exterior (ComexPerú), con el objeto de desarrollar un diagnóstico del sistema de salud– se establece que el Estado es responsable del 91% de los asegurados en salud –EsSalud y Sistema Integral de Salud (SIS)-- mientras que el sector privado apenas atiende el 9%.

Las cifras en cuanto a la calidad de los servicios estatales son espeluznantes. Uno de cada dos establecimientos del primer nivel del Estado carece de médicos, y 9 de cada diez establecimientos estatales carecen de la infraestructura mínima. Por otro lado, en el país solo existen 17 médicos por cada 10,000 habitantes mientras que en la región latinoamericana el número de médicos por esa cantidad de habitantes oscila entre 40 y 30.

Asimismo, en el tema de los medicamentos el asunto es de extrema gravedad. El estudio de Videnza Consultores estableció que solo la mitad de las entidades públicas tienen disponibilidad en 80% en cuanto a medicinas. De allí que cerca de la mitad de pacientes se vea obligado a gastar sus escasos ahorros en comprar medicinas en establecimientos privados. En otras palabras, la mitad de pacientes de Essalud y el SIS debe gastar de su bolsillo para comprar medicamentos.

Otro de los interesantes hallazgos en el estudio de Videnza es que en los países de la OCDE el gasto per cápita promedio en salud es de S/ 5, 297, en Chile S. 2,216 , en tanto que en el Perú apenas llega a S/ 874.

Como se aprecia, el sistema estatal de salud se ha derrumbado. Es evidente que la clave de una reforma integral pasa por encontrar caminos de colaboración entre el sector estatal y el privado, sobre todo en cuanto a la reforma y gerencia de los establecimientos públicos de salud. Finalmente, si bien hay problemas presupuestales, la principal tragedia proviene de la mala gerencia.