En Cajamarca, una región marcada por la paradoja de la ...
El Perú ha entrado en recesión y en un círculo autodestructivo de aumento de pobreza por la incuestionable caída de la inversión privada, el principal motor antipobreza de las últimas décadas. Según los organismos multilaterales, en las últimas tres décadas, la pobreza se redujo del 60% al 20% de la población (antes de la pandemia, luego de Castillo está en 27.5%). Y de esa reducción, el 80% fue gracias al aporte privado, a través de la generación del empleo.
Si la inversión privada cae dramáticamente, tal como sucedió luego del gobierno de Castillo, es evidente que cualquier evento climático (como el fenómeno de El Niño) o cualquier remezón político (como las olas insurreccionales del verano pasado), lanzará a la economía a la recesión. Y así ha sucedido.
Una de las causas principales de la recesión evidentemente tiene que ver con la preocupante caída de la inversión minera. Después de la megainversión de Quellaveco no hay otro proyecto de esa magnitud, tal como venía sucediendo en las últimas décadas. Entre las razones de la caída de la inversión minera en el Perú –aparte del proyecto de la constituyente de Castillo– está la estrategia que las oenegés antimineras y los sectores del radicalismo antiminero desarrollaron en el llamado corredor vial del sur, en donde se emplazan las minas que producen alrededor del 40% del cobre nacional. El caso de la mina Las Bambas en Apurímac es simplemente devastador.
Desde el inicio de sus operaciones Las Bambas acumula más de 17 meses de bloqueos en la carretera, que impidieron trasladar el mineral al puerto, por acción de minorías radicales que desarrollaron estrategias abiertas de extorsión, violando la Constitución y las leyes nacionales. Igualmente, la señalada mina padeció la invasión de decenas de pobladores que tomaron posesión del tajo Chalcobamba que, de acuerdo a los planes de desarrollo del proyecto, está llamado a reemplazar el agotamiento natural del tajo Ferrobamba, que se explota desde el inicio de las operaciones.
Los bloqueos de la carretera y la invasión del tajo Chalcobamba causaron una caída alarmante de la producción en la señalada mina. Las Bambas, una de las diez minas de cobre más grandes del planeta, tiene una proyección anual de producción de más de 400,000 toneladas métricas de cobre (TMC). Sin embargo, el año pasado apenas produjo 220,000 TMC. Si sumamos todas las minas paralizadas por acción de las minorías radicales y la indolencia del llamado Estado de derecho en restablecer el imperio de la Constitución, ¿cómo entonces la economía nacional no va a estar en recesión?
Desde el inicio de las operaciones de Las Bambas el PBI de Apurímac se incrementó en 200% y la señalada región pasó de ubicarse en los últimos lugares de asignación presupuestal a una de las primeras gracias a los aportes de canon y regalías. La importancia de Las Bambas se relieva cuando se repara que representa el 1% del PBI, el 9% del PBI minero y alrededor del 75% de los ingresos de la región apurimeña.
Pero no solo se trata de cifras que pueden sonar lejanas. Las Bambas también es el principal motor antipobreza en Apurímac. El año pasado, según la encuesta del INEI, en Apurímac, la pobreza se ubicó en 24.7% de la población, mientras que la pobreza nacional sumó el 27.5%. Se trata de la primera vez que la pobreza regional se ubica debajo del promedio nacional.
En semejante resultado el papel de Las Bambas lo define todo: genera más de 8,000 puestos de trabajo directos y más de 75,000 indirectos. Y, de otro lado, en las zonas de influencia directa de la mina se ha promovido una red empresarial en servicios, transporte, alimentación y hotelería que no se explicarían sin la megainversión de Las Bambas, que suma más de US$ 10,000 millones.
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