Cancelar las restricciones al uso de leche en polvo

El Congreso no solo debe rechazar el proyecto de convocar a una asamblea constituyente y el proceso de destrucción nacional que desata el Gobierno de Pedro Castillo, sino que debe enfrentar todas las normas que pretenden cambiar el modelo económico gradualmente. Entre ellas están, por ejemplo, el decreto que elimina la tercerización laboral y el decreto que restringe el uso de la leche en polvo para elaborar leche evaporada.

Ahora queremos seguir subrayando el papel nocivo del Decreto Supremo N. 004-2022 del Midagri (que modifica el Reglamento de la Leche y Productos Lácteos) que, desde octubre próximo, prohibirá el uso de leche en polvo en la elaboración de leche evaporada. ¿Cuál es el objetivo de esta norma? La única razón parece ser la de favorecer a una coalición de grandes ganaderos –con buenos contactos en el Ejecutivo– que buscan incrementar sus ganancias sin producir más. Es decir, pretenden reproducir las viejas prácticas mercantilistas, que solían funcionar sin restricciones antes de la Constitución de 1993 y los 22 tratados de libre comercio que ha firmado el Perú.

¿A qué nos referimos? La eliminación del uso de la leche en polvo en la elaboración de leche evaporada, en el acto, disparará los precios de este producto esencial para los niños, sobre todo para los más pobres. Y en el acto también, incrementará los ingresos de los grandes ganaderos amigos del Gobierno. ¿Por qué? Porque la producción de leche fresca en el Perú solo atiende el 70% de la demanda, mientras que el 30% restante se abastece con leche en polvo importada.

Considerando que la mitad de la leche fresca nacional es comprada por pequeñas empresas de productos lácteos en Cajamarca, Huancayo, Puno y otras regiones andinas, y la otra mitad es adquirida por las empresas Gloria, Laive y Nestlé, el efecto inmediato de la restricción elevará los precios considerablemente. Los principales afectados: los niños pobres y las pequeñas empresas de lácteos del país.

¿Cuál puede ser la justificación de esta barbarie mercantilista? Ninguna. La leche en polvo es leche natural deshidratada, es decir, es una leche que conserva todas sus grasas y nutrientes, pero sin agua. La leche en polvo apenas se mezcla con agua recupera todas las propiedades de la leche natural.

Pero en el afán de favorecer a los grandes ganaderos, amigos del Ejecutivo, se cometen despropósitos inaceptables. El artículo 2 del mencionado decreto suspende los controles microbiológicos para la producción de leche cruda hasta el 31 de diciembre del 2026. Como una declaración para las tribunas se menciona que el Minagri “acompañará” a los productores de leche hasta alcanzar los estándares aceptables. Sin embargo, no hay ministerio más inestable que el Minagri, que ya ha tenido hasta cuatro ministros, todos ellos muy cuestionados. ¿Cómo se controlará entonces la producción de leche fresca?

Como todos sabemos, la producción de leche natural está expuesta a la generación de muchos patógenos que deben contar con un sistema de control microbiológico estandarizado. Si ese sistema se suspende, entonces, las infecciones mediante bacterias –como la la Escherichia, Klebsiella, Enterobacter, Citrobacter, entre otras– pueden multiplicarse y convertir la producción de lácteos en una verdadera pesadilla para las familias peruana, sobre todo para las más pobres.

Los principales afectados por estas medidas a favor de los grandes ganaderos amigos del Ejecutivo, como ya lo hemos dicho, serán los niños y las madres gestantes. Sin embargo, también se les está quitando competitividad a la industria láctea nacional, que genera miles de empleos y produce recursos para el fisco. Por ejemplo, la suspensión de los controles biológicos no solo afectará la producción de leche evaporada, sino los yogures, quesos y lácteos que producen las pequeñas empresas y algunas cooperativas andinas.

Igualmente, se restará competitividad a la gran industria láctea nacional que sigue logrando las preferencias de los consumidores nacionales por precios y calidad. Si no fuese así nuestra economía abierta –en base a 22 tratados de libre comercio– habría posibilitado que potencias mundiales de los lácteos invadan el mercado nacional. Eso no sucede por la productividad y competitividad de la industria nacional.

El Congreso, pues, debe derogar la norma que restringe el uso de la leche en polvo, porque no tiene la menor justificación.