El proyecto hídrico Majes Siguas II representa una opor...
Al margen de cualquier voluntad, al margen de cualquier punto de vista, la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca ha desatado una guerra comercial que, de una u otra manera, impactará en la economía peruana. Más allá de la pequeñez de la economía nacional en el planeta, los posibles aranceles que Estados Unidos aplicaría a las importaciones del cobre y de productos agrícolas pueden terminar afectando de gravedad a la economía nacional.
En ese camino la peor elección de todas sería enrumbar al país por el camino del colectivismo y el estatismo; es decir, por el proteccionismo, por el cual se empieza a criticar a los Estados Unidos. Semejante apuesta sería un error de extrema gravedad y nos condenaría a todos a los escenarios de pobreza y destrucción nacional.
En ese sentido la única posibilidad para una economía nacional como la del Perú es seguir apostando por el libre comercio y la economía de mercado. Como ya se ha sostenido en este portal, con un criterio pragmático y autónomo, frente a la guerra comercial en el planeta, sin olvidar nuestra naturaleza occidental favorable a un sistema republicano que controle el poder, el país debe profundizar todas aquellas reformas que incrementen la productividad y la competitividad en los mercados mundiales.
Si hay problemas con las agroexportaciones a Estados Unidos la productividad de nuestra economía debería posibilitar reemplazar mercados perdidos, como sucede con cualquier economía competitiva. Si hay un problema de precios en los productos, entonces nuestra capacidad de producir más toneladas exportadas debería suplir esa caída en los valores. Sin embargo, para avanzar en ese camino necesitamos multiplicar inversiones.
¿Cómo avanzamos en ese camino? La productividad podría ser definida cómo la capacidad de incrementar la producción por cada unidad de trabajo (capital y trabajo) sin generar inflación. El incremento de la productividad de una economía, en el acto, le otorga mayor competitividad en los mercados y suele multiplicar las inversiones.
En el Perú, por ejemplo, la productividad sigue cayendo en los últimos años porque el sistema tributario y el sistema laboral –por mencionar dos factores– solo apuntan a un sector muy reducido de la formalidad: las grandes empresas que pueden pagar 30% sobre la renta y asumir los costos de contratos laborales socialistas que solo garantizan derechos para una minoría de trabajadores. El resto de la economía y la sociedad se sumergen en diversos estados de informalidad. De allí que la pobreza y la informalidad sean los dos rostros con que se enmascara la falta de productividad.
Sin embargo, para que una idea mínima de reforma tributaria avance en el Perú se requiere una transformación radical del Estado burocrático que ha surgido en las últimas dos décadas, que no brinda servicios mínimos de seguridad ni de justicia, pero que, sin embargo, consume un tercio del PBI nacional de más de US$ 260,000 millones. Sin el fin del Estado burocrático, sin el fin de las sobrerregulaciones, de las oficinas innecesarias y de la burocracia paralizante será imposible volver a relanzar la productividad de la economía. Hoy el Estado es el principal enemigo de la productividad nacional.
El Ejecutivo tiene 19 ministerios y diversos estudios señalan que, por lo menos, deberían ser reducidos a la mitad para racionalizar los gastos y posibilitar un escenario favorable a una gran reforma tributaria que baje impuestos y devuelva la riqueza a la sociedad y los privados, y que relance la productividad de la economía y los privados.
La transformación del Estado nos debe llevar a un nuevo concepto de institucionalidad, en el que la predictibilidad de la política y la justicia señalen que somos una sociedad estable en donde se invierte y se hace proyectos en el mediano y largo plazo.
En este contexto, avanzar en la reforma integral de la educación y la salud es vital para crear una fuerza laboral educada, capacitada y capaz de innovar en los mercados mundiales de la actualidad. Y por otro lado, el incremento de la productividad nacional demanda solucionar todos los problemas acumulados en las infraestructuras para conectar e integrar físicamente a toda nuestra sociedad y a ella con el mundo.
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