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Ha muerto el último gran poeta de la URSS
Las letras rusas siempre han sido un enorme territorio poco conocido dentro de la literatura mundial. Solo los nombres de algunos gigantes como Dostoievski, Tolstoi o Chejov han logrado traspasar las fronteras geográficas, idiomáticas y hasta políticas que siempre nos han separado de esta gran tradición literaria. Uno de esos gigantes es Yevgueni Yevtushenko, uno de los mayores poetas de la época de la URSS, quien falleció el sábado pasado, a los 84 años de edad, en la ciudad de Tulsa (Oklahoma, EE.UU.), donde vivió los últimos 16 años desempeñándose como profesor universitario. Yevtushenko fue un poeta aclamado mundialmente, gran amigo del poeta chileno Pablo Neruda y del muralista mexicano David Alfaro, con quienes recorrió nuestro continente.
Yevgueni Gagnus Yevtushenko nació en Siberia, el 18 de julio de 1832, en el seno de una familia vinculada al arte y la literatura. Su formación la hizo en escuelas de Moscú y de Siberia, y a partir de 1944 —por unos trámites administrativos— se vio obligado a usar el apellido de su madre (Yevtushenko) en lugar del paterno (Gagnus). Escritor precoz, a los 16 años ya había publicado poemas en diarios; y su primer libro, Los exploradores del porvenir, en 1949, antes de iniciar sus estudios en el Instituto de Literatura Gorki (Moscú). Pero su fama literaria se inició con un poema narrativo: La estación Zima (1956), que relataba un incidente histórico haciendo críticas al régimen de Stalin, algo completamente arriesgado y que generó polémicas en su país.
Las críticas fueron dejadas de lado con la publicación de Babi Yar (1961), un intenso poema que narra la masacre realizada por el ejército nazi dentro del territorio soviético en septiembre de 1941, en la que murieron más de 30,000 judíos. Este poema es considerado el más importante de la literatura rusa de los años sesenta. Incluso el gran compositor Dmitri Shostakóvich lo usó como base para su 13ª sinfonía, una colaboración que después se repetiría. Por entonces las presentaciones de Yevtushenko convocaban a muchas personas interesadas en escucharlo leer sus poemas. Y como el poeta era muy aficionado a los viajes, recorrió todo su país llenando auditorios y hasta estadios. Mientras tanto, su fama trascendía las fronteras, llegó incluso a figurar en la portada de la revista Time. Y con ello sus viajes abarcaron a buena parte del mundo, incluso a Latinoamérica y el Perú.
Al estar su obra literaria cargada de elementos políticos, resultaban inevitables los desencuentros con el rígido autoritarismo imperante en la URSS, que hicieron que su popularidad disminuyera con el tiempo. En 1989, en plena glasnost, Yevtushenko fue elegido diputado para el parlamento de Kharkov, en el norte de Ucrania. Desde allí impulsó causas importantes, como los derechos de las mujeres o la defensa ecológica del lago Baikal. Fue poco después de eso que se le presentó la oportunidad de viajar a EE.UU. para enseñar en la Universidad de Tulsa, oferta que aceptó.
Alejado de los recitales masivos desde los años setenta, nunca dejó de escribir poesía. Aunque en las últimos décadas estuvo más dedicado a la prosa, como su libro de memorias Certificado personal de recusación (1998), la novela No mueres antes de morir (1997) y hasta guiones para películas. La muerte le llegó tras varios años de padecer una penosa enfermedad. No obstante, estaba preparando un viaje a su ciudad natal para celebrar allí sus 85 años.
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