Intriga, poder y justicia en el siglo de la plata

Juan Claudio Lechín, narrador boliviano de larga trayectoria y probado rigor documental, vuelve a la novela histórica con Catalina de dos mundos (Planeta, 2025), una ambiciosa recreación de uno de los episodios más decisivos y menos novelados del siglo XVII: la falsificación del peso de plata acuñado en Potosí. Una novela que se inscribe en la tradición de la ficción histórica que dialoga con los archivos sin someterse a ellos; una narración de amplio aliento que combina intriga, aventura, drama personal y reflexión económica, y que confirma la madurez narrativa de su autor.

El eje histórico del libro es el llamado “gran fraude” de la Casa de Moneda de Potosí, suceso que contribuyó a la bancarrota de la corona de Felipe IV y al inicio de la decadencia de los Habsburgo. Lechín entiende que este no fue solo un problema técnico o financiero, sino un fenómeno global: la adulteración de la primera moneda mundial afectó circuitos que iban de América a Europa y Asia. La novela logra transmitir esa dimensión planetaria sin caer en el tono ensayístico, integrando la economía al pulso vital de los personajes.

Uno de los mayores aciertos del libro es su estructura coral, organizada en cinco hilos narrativos que se cruzan y se iluminan mutuamente. Esta multiplicidad permite observar el mismo fenómeno desde perspectivas sociales, geográficas y morales distintas. El lector pasa del bosque andaluz a los claustros, de las calles febriles de Potosí a los despachos del poder en Madrid y Venecia. Lechín dosifica la información con inteligencia y evita que la complejidad histórica se vuelva confusa, sosteniendo un ritmo narrativo ágil y sostenido.

El personaje de Catalina Meneses es el corazón emocional de la novela. Su evolución, desde una infancia marcada por la tragedia hasta convertirse en una figura de inteligencia y coraje excepcionales, está construida con sensibilidad y sin idealizaciones fáciles. Catalina encarna la razón, la observación y la justicia en un mundo dominado por la violencia masculina y la arbitrariedad del poder. Su paso por el convento, su identidad masculina como Abelardo y su destino trágico aportan una dimensión profundamente humana a la trama histórica.

El segundo hilo, el diario de Diego Jiménez, ofrece un contrapunto eficaz. Su viaje a las Indias, marcado por la ambición, el desencanto y la fascinación por Potosí, retrata con viveza la experiencia del joven europeo lanzado a la aventura americana. La revelación de su identidad como El Loreño y el vínculo íntimo con Catalina otorgan a esta línea narrativa una carga afectiva que resignifica toda la novela. El tono confesional del diario introduce una variación formal que enriquece el conjunto.

Las tramas ligadas al poder político y económico muestran a un Lechín particularmente sólido. El retrato de Felipe IV, más preocupado por la guerra, la religión y sus pasiones que por la economía emergente, resulta convincente y crítico. Figuras como el obispo Arce y Reinoso o el tesorero veneciano Ferrara revelan un mundo de intrigas, espionaje y negligencias que explican el colapso financiero. La novela sugiere complicidades sin necesidad de subrayados, confiando en la inteligencia del lector.

En el ámbito americano, destacan los personajes de Juan Velarde Treviño y Francisco Gómez de la Rocha. El primero encarna la corrupción del poder colonial, mezclando moralismo público y beneficio privado; el segundo, la figura del falsificador carismático obsesionado con el ascenso social. Pero es Ccori Cusichi quien se impone como uno de los personajes más interesantes del libro. Su mirada pragmática, su agencia silenciosa y su proyecto secreto introducen una reflexión sutil sobre la continuidad de las élites indígenas y sus estrategias de supervivencia.

Desde el punto de vista estilístico, la prosa de Lechín es clara, precisa y eficaz. En algunos pasajes evoca con naturalidad el castellano de la época sin caer en el artificio. La reconstrucción de la vida cotidiana, tanto en España como en el Virreinato del Perú, revela un trabajo de investigación minucioso puesto al servicio de la ficción. El autor logra un equilibrio difícil: la historia nunca aplasta a los personajes, y la imaginación nunca traiciona la verosimilitud.

En conjunto, Catalina de dos mundos es una novela ambiciosa y lograda, que ilumina un episodio clave del origen de la economía global y lo conecta con pasiones humanas universales: el amor, la ambición, la lealtad y la búsqueda de justicia. Lechín demuestra que la novela histórica puede ser, al mismo tiempo, entretenida y profundamente reflexiva. Su lectura no solo atrapa, sino que invita a pensar el pasado como un espejo inquietantemente cercano de nuestro presente.