Una guerra civil en el universo Marvel

Los Vengadores pelean entre sí y, de paso, vuelven a salvar al mundo

Actualmente somos testigos del auge de un muy peculiar género cinematográfico: las películas basadas en superhéroes de cómics. Aproximadamente cada mes nos brinda un verdadero blockbuster, una de esas películas destinadas a romper records de taquilla. Y aunque ya hay algunos síntomas de que las aventuras de los superhéroes comienzan a agotarse —la decepcionante Batman vs Superman— el 2016 todavía nos está dando algunas interesantes sorpresas, como Capitán América: Civil War, en estos días en la cartelera limeña, en la que los directores Anthony y Joe Russo, responsables de Capitán América y el Soldado del Invierno (2014) logran trasladar las intrigas políticas de esa saga al universo mayor de Los vengadores (2012, 2015).

La trama de Civil War gira en torno a un tema ya recurrente en estas películas, que tratan de ser adaptaciones de las fantasías infantiles del cómic al mundo adulto y real: la incompatibilidad del poder de estos justicieros enmascarados con los derechos humanos, la justicia y la autonomía de cada país. Debido a los excesos cometidos por los Vengadores, la ONU decide tomar el control sobre las acciones del grupo de superhéroes del universo Marvel. La mitad de estos (encabezado por Iron Man) aceptan las órdenes de la ONU; la otra mitad (liderados por el Capitán América), debido a circunstancias especiales (el tradicional villano que quiere destruirlo todo), se opone a ese control. Finalmente se produce la gran batalla entre ambos grupos (seis superhéroes por lado y, por supuesto, sin bajas ni heridos que lamentar), y después de ella todos juntos volverán a salvar al mundo.

Es todo un logro que esa historia (salvo algunos pequeños baches) haya sido narrada de tal manera que resulte no solo verosímil, sino también interesante para los espectadores. A ello contribuyen la alternancia de secuencias de acción, de humor (tanto del siempre irreverente Iron Man como del “rejuvenecido” Hombre Araña, que aquí vuelve a ser adolescente) y hasta de tensión sexual entre los superhéroes. Pero el énfasis está puesto en las escenas de acción, que están hechas armonizando el “realismo” (en las persecuciones en carretera, por ejemplo) y la estética propia del cómic (la gran batalla entre los dos bandos de superhéroes). Son secuencias brillantes, en las que los efectos especiales y los aportes del 3D se conjugan para brindar un espectáculo memorable.

Así, los hermanos Russo han revitalizado la saga de los Vengadores, después del traspié que significó Los Vengadores. Era de Ultrón (2015), y vuelven a poner a las películas de superhéroes en un nivel aceptable, aunque todavía bastante lejos de lo logrado por Christopher Nolan con la trilogía de Batman. Hay quienes incluso han querido darle una lectura seria a esta Civil War: el Capitán América (evidente alegoría del patriotismo norteamericano), con su negativa a someterse a las normas de la ONU, representaría a la política intervencionista yanqui, su tendencia a violar la autonomía de otros países cuando lo cree conveniente para sus intereses. No caeremos en esos excesos, ni siquiera destacaremos las buenas o malas performances de los actores (Chris Evans, Robert Downey Jr., Scarlett Johansson, Sebastian Stan, etc.); pero sí es preciso señalar que películas como Civil War y la reciente Deadpool demuestran que el auge de las películas de superhéroes todavía puede durar algunos años más.