El pasado 21 de octubre, el abogado y escritor Gary Marroquín M...
Hace casi 50 años, Enrique Verástegui (Lima, 1950) publicó su primer libro, En los extramuros del mundo (1971), que lo consagró como el más imaginativo y talentoso poeta de la generación del setenta. Y a partir de su ambicioso y extenso poemario Ángelus Novus (1989), la crítica comenzó a considerarlo como uno de los mayores poetas peruanos del siglo XX. Tras una serie de becas y viajes por todo el mundo, su obra fue haciéndose más ambiciosa y abarcadora, incursionando en el ensayo, la filosofía y hasta las matemáticas. Esa diversidad de intereses se manifiesta claramente en sus tres más recientes publicaciones, los libros Teoría y práctica de Xalmo (Vagón azul, 2016), Diario de viaje: Arequipa (Cascahuesos, 2016) y El principio de no-ser (Garabatitos, 2017).
Teoría y práctica de Xalmo es un pequeño tratado matemático en el que Verástegui trata de “demostrar la existencia de una nueva geometría, la geometría simbólica”, Para ello propone alternativas a algunos de los clásicos postulados euclideanos, y también un nuevo número: xalmo. Si el número “1” representa el ser y el “0” (cero) al vacío, xalmo (cuyo símbolo es un círculo lleno solo en su mitad inferior) “es infinitamente superior y radicalmente inverso al cero”. A partir de ello, Verástegui desarrolla en cada una de las secciones de este tratado diversos aspectos geométricos y aritméticos (la serie Fibonacci, por ejemplo). Una propuesta original e interesante, aunque no estamos seguros de su solidez o utilidad.
Diario de viaje: Arequipa es, en cambio, una crónica de viaje que nos remite a 1982, cuando Verástegui recibe la invitación de la Universidad de San Agustín de Arequipa para hacerse cargo de la redacción de una revista universitaria. En este texto el propio poeta cuenta todos los entretelones de esa experiencia, que lo llevó a vivir algunas semanas en la ciudad de Arequipa, siempre alojado por poetas: Guillermo Mercado, Alonso Ruiz Rosas, Oswaldo Chanove, Odi Gonzales. “El placer de conocer poetas no se iguala a ningún otro placer” afirma Verástegui en este libro. Con ellos se integra a la agitada vida cultural que entonces se desarrollaba en Arequipa. Lamentablemente, el texto es breve y solo deja entrever algunas de las actividades de la bohemia arequipeña ochentera. Este Diario de viaje incluye además cinco poemas que Verástegui escribió en esos días, poemas llenos de nostalgia por su esposa y a su hija, a quienes dejó en Lima.
Por último, El principio de no-ser es un libro de ensayos en el que Verástegui da rienda suelta a sus reflexiones sobre los más diversos temas, desde la creación poética hasta el problema de la exactitud del conocimiento. Son textos en apariencia delirantes, pero su vuelo especulativo (expresado a veces a través de breves aforismos) suele partir de las ideas de algunos de los más importantes pensadores de todos los tiempos: Pitágoras, Parménides, Popper, Barthes, Marcuse, Todorov, Swedenborg y un largo etcétera. “El principio de no-ser más que juzgarse como un aparato organicista, debe comprenderse como una declaración epistémica: una forma de hacer otra literatura-filosofía-ciencia” afirma Manuel de Jiménez en el prólogo del libro. Como en el caso de Teoría y práctica de Xalmo, mantenemos ciertos reparos sobre la coherencia y utilidad de estas propuestas de Verástegui.
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