El pasado 21 de octubre, el abogado y escritor Gary Marroquín M...
La última película de la más brillante época de James Bond
En tiempos en que las más exitosas películas son “franquicias”, sagas basadas uno o varios personajes, es oportuno volver la mirada a la más antigua y exitosa de todas —y que además no es de Hollywood, sino inglesa—, la del espía británico James Bond, que hace poco estrenó su vigésima cuarta entrega: Spectre (2015), la cuarta con el actor británico Daniel Craig (Cheshire, 1968) en el rol protagónico y la segunda bajo la dirección del también británico Sam Mendes (Berkshire, 1965). Hay que recordar que Mendes renovó el universo Bond con la excelente Skyfall (2012) considerada por la crítica como la mejor de todas las películas de esta saga.
La historia, como es natural, resulta bastante previsible. Bond, siguiendo una pista dejada póstumamente por su mentora M (interpretada por la actriz Judy Dench), llega a México para la celebración del Día de los Muertos, una festividad masiva y muy peculiar (y que se convierte aquí en una espectacular secuencia inicial). Ahí se enterará de la existencia de Spectre, una poderosa organización internacional dedicada a todo tipo de negocios ilícitos. Pero cuando Bond quiere acabar con ellos, se entera de que M16, la institución a cargo de todos los espías “00” (y, en consecuencia, de Bond) va a ser reemplazada por otra ya no basada en el trabajo de los espías, sino en el análisis de la información “virtual”. Tras unos giros y sorpresas de la trama, Bond se enfrentará finalmente al jefe de Spectre: Blofeld (interpretado por el austriaco Christoph Waltz), un viejo villano de la serie.
Sam Mendes mantiene muchos de los cambios que le hizo al universo Bond (creado por el escritor londinense Ian Fleming) en Skyfall. Para empezar, remarca el carácter anacrónico de la labor de los espías “00” (con licencia para matar), en un mundo globalizado e hipercomunicado como el actual. En realidad, el espionaje tuvo su mayor vigencia a mediados del siglo XX, durante la llamada Guerra Fría, cuando las comunicaciones entre el mundo occidental y el bloque comunista eran casi inexistentes. También se mantiene en esta película la relación de los sucesos con el pasado personal de Bond, quien antes de Mendes parecía no tener parientes ni una historia personal. Sin embargo este aspecto no está aquí tan bien explotado como en el anterior episodio.
Lo que sí se repite es lo logrado de las escenas de acción, comenzando por el ya mencionado Día de los Muertos en México. Otras secuencias memorables son las persecuciones, ya sea en las calles de Roma, en desiertos africanos o en los más gélidos paisajes europeos. Los seguidores de la saga quedarán también más que satisfechos con las secuencias de peleas y con los efectos especiales; aunque no tanto con los personajes secundarios: Blofeld es un villano que no está a la altura de otros enemigos de Bond, y la “chica Bond” —la Dra. Madeleine Swann, una joven psicóloga interpretada por la francesa Léa Seydoux— no llega a ser un personaje interesante ni a tener la “química” necesaria con el protagonista, acaso debido a la notoria diferencia de edades. En suma, se podría decir que en los aspectos narrativos y formales esta película iguala a Skyfall, pero no en lo que se respecta a los personajes ni al guion.
Ganador de un Oscar por la película Belleza americana (1999), Sam Mendes demuestra que sigue siendo un muy buen director, aunque todo parece indicar que esta es su última participación en esta saga. Quien sí ha anunciado enfáticamente su retiro de la serie es Daniel Craig. Spectre resulta entonces el último episodio de esta etapa (Mendes-Craig) de la serie de James Bond, seguramente la más interesante desde el punto de vista cinematográfico.
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