Como parte de sus celebraciones por el mes de las Letras, La C...
Cuando a inicios de la pandemia, en marzo del año pasado, se ordenó la cuarentena y el confinamiento de todos los peruanos en sus casas, las personas en “situación de calle” (es decir, que no tienen un hogar), fueron las más perjudicadas. Muchos de ellos eran de la tercera edad (“población de riesgo”), por lo que su salud estaba en mayor peligro. Ante esta situación, la Beneficiencia Pública convirtió la Plaza de Toros de Acho, la más antigua de América, en la Casa de Todos, un albergue temporal para esos adultos mayores y sin hogar. En ese local estuvo trabajando durante dos meses un equipo de periodistas de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC) para elaborar Casa de Todos: Rostros de la Calle en Plaza de Acho, un libro de fotoensayo y perfiles periodísticos.
El equipo estuvo encabezado por Luis Cáceres (quien durante años se desempeñara como redactor y cronista de El Montonero) y Carlos Fuller. Ellos fueron los encargados de entrevistar a once de los “albergados” en la Casa de Todos, y de convertir sus historias personales en extensas y valiosas crónicas, “once testimonios que develan la dureza de la realidad que se vive en las calles y cómo se puede sembrar esperanza en tiempos de crisis”, según se dice en la nota de prensa que acompaña al libro. Esos textos están acompañados de una gran cantidad de testimonios gráficos, a cargo de los fotógrafos Franz Krajnik y José Vidal.
Casa de Todos… está dividido en seis secciones que muestran ángulos distintos de las vidas de estos hombres: “Calle”, “Plaza”, “Casa”, “Vida”, “Comunidad” e “Identidad”. Pero sin lugar a dudas la más importante de estas secciones es “Vida”, en la que Cáceres y Fuller, de manera alternada, van presentado los testimonios personales de los ancianos. Cáceres la inicia con la historia de Manuel Alejandría Huamaní, un ex agente de seguridad que, en la tranquilidad del albergue, ha comenzado a escribir sus memorias. Cáceres, en su crónica con aliento poético, lo presenta así:
Los párrafos que escribe muerden. Son frases que corresponden a un mundo de pesadilla, pero también ráfagas de esperanzas que encandilan. Manuel Alejandría era un muerto que se paseó por las calles sórdidas de la capital peruana durante un lustro. Hoy está vivo… observa contento su cama en el pasadizo temporal donde habita, mientras su afición por la escritura le recuerda cuando merodeaba las arterias de asfalto, tierra y piedras en busca de cobijo.
Los testimonios son de los más diversos. Otro de los albergados, Eloy Sotelo, cree ser un elegido de los dioses: “Eloy afirma que nació como verbo supremo de Dios en la Atlántida, antes de que se hunda a causa de la bomba atómica. Y, al mismo tiempo, se jacta de ser descendiente directo de los Incas, primo de Martín Vizcarra, ex presidente de la República, y el ahijado de Víctor Raúl Haya de la Torre”, nos dice Cáceres. Por su parte Carlos Fuller nos cuenta historias como la de Juan Muñoz Montes de Oca, confinado a una silla de ruedas quien, tras discutir con uno de sus compañeros, “se levantó de su silla de ruedas con la fuerza de sus brazos, se paró sobre sus piernas torcidas y, enseguida, comenzó a perseguir a otro albergado como alma que lleva el diablo”.
Franz Krajnik y José Vidal ilustran estas historias con abundantes fotografías que también unen lo artístico con lo testimonial. Y todo este brillante equipo de periodistas estuvo bajo la dirección de Úrsula Freundt-Thurne, decana de la Facultad de Comunicaciones de la UPC, para quien estas “son historias que no deben perderse, historias que la sociedad civil debe incorporar en sus políticas públicas. Son lecciones de vida que debemos compartir con las diversas generaciones con el objetivo de que florezcan ejemplos solidarios”.
El libro Casa de Todos: Rostros de la calle en Plaza de Acho puede descargarse gratuitamente en el siguiente enlace:
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