Puente de espías: lo nuevo de Spielberg

La más reciente película del brillante director de cine estadounidense

Considerado uno de los más grandes directores de cine de nuestro tiempo, el norteamericano Steven Spielberg (Cincinnati, 1946) supo dar el salto de los grandes éxitos de taquilla –Tiburón (1975), E.T. El extraterrestre (1982) o Indiana Jones (1984, 1989)– hacia las películas más serias y ambiciosas –La lista de Schindler (1993), Salvando al soldado Ryan (1998), Múnich (2005) y Lincoln (2012)– que le permitieron ganar varios premios Oscar. Buscando un punto intermedio entre estas dos líneas de trabajo, Spielberg acaba de estrenar mundialmente la película Puente de espías (2015), la historia del abogado norteamericano James Donovan, quien participó a inicios de los años sesenta (el momento más álgido de la llamada Guerra Fría) en las negociaciones para un intercambio de espías prisioneros entre USA y Rusia.

Spielberg recurre nuevamente a uno de sus actores emblemáticos, Tom Hanks (ganador de dos premios Oscar), para el papel de Donovan, abogado de una importante compañía de seguros al que el gobierno de su país le encomienda defender al espía ruso Rudolf Abel (muy bien interpretado por el actor británico Mark Rylance), capturado en Nueva York en 1957, en el juicio que se le haría. Fue un proceso con gran repercusión mediática y en el que Abel se libró de ser condenado a muerte gracias al buen trabajo de Donovan; aunque esto le costó al abogado convertirse en una persona odiada por sus compatriotas. Pocos años después Donovan, de manera extraoficial, se encarga de hacer las negociaciones para que EE.UU. cambie a Abel por el joven piloto norteamericano Francis Powell, caído en Rusia mientras hacía un vuelo de espionaje.

Se trata, entonces, de una historia de espías (basada en hechos reales), pero que Spielberg convierte en el clásico relato del “hombre común y corriente” que, llevado por las circunstancias tiene que enfrentar grandes problemas; y que los supera gracias a su voluntad y ética inquebrantables. Por eso su elección de Hanks como protagonista, un actor al que ya había apelado en películas similares, como Buscando al soldado Ryan y La terminal. Y por eso también la ausencia de escenas de acción (apenas unas cuantas relacionadas con la historia de Powell), pues el énfasis está más puesto en los problemas cotidianos de ese hombre común: su resfrío durante invernal estadía en Berlín Oriental (justo en el momento en que se está concluyendo la construcción del Muro), las reacciones de los pasajeros del metro de NY al reconocerlo (la primera vez de rechazo; la segunda, de alegría), y las frecuentes discusiones con sus jefes (los funcionarios norteamericanos).

Gracias a su buen manejo del ritmo narrativo, los oportunos momentos dramáticos y la correcta recreación de la época (tanto en New York como en Berlín), Spielberg logra hacer una de Puente de espías una buena e interesante película, aunque sin llegar al nivel de sus mejores obras. Acaso algunos espectadores “no estadounidenses” podrían resentir un poco la oposición que se hace entre el trato al espía prisionero en EE.UU. y la Rusia soviética: amabilidades y justicia en el primer caso; torturas y crueldades en el segundo; también el que la crítica al sistema judicial norteamericano sea tibia, especialmente si se compara con películas clásicas como Matar a un ruiseñor (1962). No obstante, Puente de espías resulta una película más que recomendable (seguramente recibirá algunas postulaciones al Oscar) dentro de la actual cartelera limeña.