Miss Peregrine y los niños peculiares

Un nuevo recorrido por el extraño mundo de Tim Burton

El productor, escritor y director norteamericano Tim Burton (California, 1958) ha logrado grandes éxitos de taquilla con películas sumamente personales e imaginativas. Se inició en los años ochenta como “animador” de los estudios Disney, y entre sus más de 25 películas hay algunas tan memorables como las dos primeras versiones de Batman (1989 y 1992), El joven manos de tijera (1990), El extraño mundo de Jack (1993), Ed Wood (1994), La leyenda del jinete sin cabeza (1999) y El gran pez (2003). Y aunque sus últimos trabajos parecían indicar una mengua en su creatividad, con Miss Peregrine y los niños peculiares (2016), actualmente en las carteleras limeñas, Burton vuelve al mundo fantástico, extravagante y tenebroso de sus mejores filmes.

Basada en una exitosa novela de Ransom Riggs, la historia remite directamente a otras películas de Burton: un joven algo extraño e inadaptado que escucha las fantásticas historias que le cuenta un pariente mayor, como en El gran pez. Esta vez el joven es Jacob, interpretado por Asa Butterfield (El niño con el pijama de rayas, Hugo y El juego de Ender), y quien le transmite sus fantasías es su abuelo Abraham (el reconocido actor británico Terence Stamp). Esas historias remiten a un pequeño pueblo costero de Gales, durante la Segunda Guerra Mundial, en el que existe un orfanato para niños especiales, regentado por Miss Peregrine (la francesa Eva Green). En ese orfanato (una mezcla del Colegio Hogwarts de Harry Potter y el Instituto Xavier de los X-Men) todos tienen algún superpoder extravagante: una niña flota porque su cuerpo es más ligero que el aire, otro puede dar vida  las cosas poniéndoles diminutos corazones, etc. Es en la creación de estos personajes y los ambientes en los que viven que Burton da rienda suelta a su reconocido talento artístico.

Lamentablemente el desarrollo de la trama no está a la altura de ese trabajo artístico, porque se le da una excesiva prioridad al consabido enfrentamiento entre las fuerzas del bien y del mal; estas últimas encabezadas por Barron, un demasiado caricaturizado Samuel L. Jackson. A partir de la mitad de la película las acciones se aceleran para mostrarnos los espectaculares enfrentamientos entre estos dos bandos, combates llenos de monstruos (los llamados “huecos”) y efectos especiales, con lo que el relato burtoniano termina convirtiéndose en una más de las muchas películas de superhéroes. Y todo ello en desmedro de lo esencial de las historias fantásticas: la basculación entre lo real y lo irreal,  el correlato entre la psicología de los protagonistas y el peculiar universo de la ficción, o la simbólica aproximación a temas trascendentales. Todos eso llega a plantearse en la primera mitad de esta película, pero se pierde en la vorágine de acciones de la segunda mitad.

La crítica ha señalado que el mayor peligro para los creadores talentosos (escritores, artistas, cineastas) es que ellos mismos se consideren una “marca” y comiencen a imitarse a sí mismos. Algo de eso le estaría pasando a Tim Burton desde Charlie y la fábrica de chocolates (2005). En todo caso, Miss Peregrine y los niños peculiares es la mejor película de Burton de los últimos diez años. Así que vale la pena verla.