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El escritor peruano recibió el Premio Don Quijote de Periodismo por su ensayo “La mancha extraterritorial” Una de las noticias culturales más importantes de los últimos días ha sido el Premio Don Quijote de Periodismo otorgado en España al historiador y escritor peruano Fernando Iwasaki (Lima, 1961) por el ensayo titulado “La mancha extraterritorial”, que fuera publicado en el diario chileno El Mercurio en agosto de 2014. Este premio e creó en el 2004 por la conmemoración de los 400 años de la primera edición de El Quijote y desde entonces la Agencia EFE y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo se encargan de entregarlo. Está dotado con 9,000 euros (10,350 dólares al cambio actual), y entre sus ganadores figuran el argentino Federico Bianchini y los españoles Martina Bastos Andreu y Ricardo Cantalapiedra. En su ensayo, Iwasaki habla sobre el grupo de escritores que al no tener como lengua materna al español escogieron este idioma para desarrollar sus obras literarias. La lista de autores que menciona es bastante extensa: “El francés Paul Groussac (1848-1929), el alemán Máximo José Kahn (1897-1953), el judío francés-alemán Max Aub (1903-1972), el rumano Vintila Horia (1915-1992) y el italiano Alejandro Rossi (1932-2009) “llegaron a nuestra lengua maduros y realizados”. A ellos se suman aquellos hijos de inmigrantes que crecieron escindidos entre el español que se hablaba en su entorno y el idioma materno que hablaban en sus hogares: Roberto Arlt (1900-1942), Ernesto Sabato (1911-2011), José María Arguedas (1911-1969), Alejandra Pizarnik (1936-1972), José Watanabe (1945-2007), Juan Gelmán (1930-2014), Alejo Carpentier (1904-1980) y Elena Poniatowska (1932). Entre estos autores hay algunos ganadores de reconocimientos tan importantes como el Premio Cervantes. Iwasaki llama la atención acerca del creciente número de hispanohablantes en el mundo, más de 500 millones de personas; pero también señala que nuestro idioma lamentablemente está ligado a “productos” sin ningún prestigio cultural, como las telenovelas mexicanas y las transmisiones del campeonato de fútbol español. A ello se añade la corrupción que sufre el idioma a consecuencia del descuido de las nuevas generaciones de hispanohablantes, algo que se puede comprobar fácilmente en las intervenciones de estos jóvenes en “los foros, las cibercharlas y las redes sociales”. Ante estas amenazas, Iwasaki señala como principales defensores del idioma al grupo de escritores ya mencionados, a la “mancha extraterritorial”. A ellos se deberían sumar “los hispanistas de otras lenguas, los traductores del español a otros idiomas, y hasta los miles de alumnos de castellano de academias, escuelas y universidades de los cinco continentes”. Pero el aspecto más interesante del artículo premiado es una muy dura crítica a los logros “intelectuales” de la comunidad hispanohablante: “Saber castellano puede ser muy útil para hacer turismo, comprender canciones, ver películas, copiar alguna receta y —lo más sofisticado— disfrutar de ciertos poetas y escritores; pero en ningún caso para beber de las propias fuentes del conocimiento. Ni la ciencia de primer nivel, ni los grandes negocios, ni la alta diplomacia emplean el español”. En todo caso, resulta saludable que el jurado de este Premio Don Quijote haya elegido un texto tan cuestionador del propio Idioma de Cervantes.
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