El pasado 21 de octubre, el abogado y escritor Gary Marroquín M...
La empresa Netflix cerró el año 2017 lanzando la nueva temporada de una de sus producciones más importantes: Black Mirror, la serie “antológica” (es decir, que sus capítulos son completamente independientes entre sí) que explora, en un futuro muy cercano, las posibles consecuencias de la tecnología en nuestra vida cotidiana. Se trata de seis nuevos episodios escritos como siempre por Charlie Brooker (Inglaterra, 1971), creador de esta serie ya considerada “de culto”, quien esta vez ha contado con la colaboración de directores como Jodie Foster, Tim Van Patten (Game of Thrones), David Slade (Breaking Bad, Hannibal) y Toby Haynes (Sherlock, Doctor Who).
Una de las constantes temáticas de la serie es el límite entre lo personal y lo público, un límite que se hace cada vez más tenue con las redes sociales y las nuevas tecnologías. En “Arkangel”, el episodio dirigido por Foster, se aborda esa problemática a través de la historia de Rosemarie y Sarah, madre e hija. Cuando Sarah, de unos cuatro años de edad, se pierde en un parque, Rosemarie le instala un chip que no solo le da información sobre la ubicación de la niña, sino que además “transmite” a un monitor lo que ella está viendo. Los problemas se desencadenan cuando Sarah llega a la adolescencia y tiene sus primeras experiencias con las drogas y el sexo. El episodio está acertadamente enfocado no en la tecnología, sino en la conflictiva relación madre-hija. Con una temática similar, pero desde el relato policial, el episodio “Crocodile” resulta el más débil de la temporada.
Otra de las constantes de la serie es la reflexión sobre la digitalización de la conciencia humana y las grandes posibilidades que se abrirían para la realidad aumentada (RA); como se vio en uno de los episodios de la temporada pasada, “San Junípero”. En esa línea, optimista y “romántica”, está “Hang the DJ”, otro de los buenos episodios de esta temporada, en el que una red social similar a Tinder (pero que trabaja con RA) de verdad ayuda a que sus usuarios encuentren su verdadero amor. En “U.S.S. Callister” un programador mantiene un grupo de rehenes en una RA que remite directamente a Star Trek; pero el episodio más ambicioso dentro de esta temática es “Black Museum”, en el que la protagonista recorre un “museo del crimen tecnológico”, mientras su guía le va contando las historias detrás de cada objeto. Ojo que una de esas historias recrea el relato “La verdad sobre el caso del señor Valdemar”, de Edgar Allan Poe, un clásico del terror gótico.
Falta aún comentar el episodio “Metalhead”, el más extraño de esta temporada. No solo porque está grabado en blanco y negro, sino también porque presenta un mundo posapocalíptico, en el que al parecer las máquinas están a punto de acabar con la humanidad. No obstante, solo se ve un tipo de esa máquinas, similares a un perro pequeño. Nada de maquinarias grandilocuentes ni terminators fabulosos, uno solo de esos pequeños perros mecánicos puede con casi todos los personajes humanos del episodio. Una verdadera demostración de minimalismo y efectividad narrativa. A pesar de algunas repeticiones y cierto agotamiento de los temas (ya son 19 episodios) Black Mirror confirma que es la más interesante propuesta actual dentro de la ciencia ficción televisiva.
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