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A cinco años de la muerte del gran cantautor argentino
Hace cinco años, el 9 de julio de 2011, murió en Guatemala el argentino Facundo Cabral (La Plata, 1937), uno de los cantautores más singulares y controversiales de nuestro continente. Excelente compositor, buena parte de sus canciones pueden ser consideradas “de protesta” (crítica social, cuestionamiento del poder político); pero él además les agregaba mucho humor, ironía, misticismo y una marcada vocación pacifista. Por esto último, la Unesco lo nombró “Mensajero mundial de la paz”, en 1996; y hasta fue nominado al Premio Nobel de la Paz en 2008. Paradójicamente murió de la manera más violenta: un grupo de sicarios lo asesinó en una emboscada en la que el verdadero objetivo era el acompañante del cantautor, un empresario ligado al narcotráfico.
Cuesta hacer un esbozo de la vida de Cabral, pues él en sus presentaciones solía contar diversos episodios de su vida; episodios que muchas veces se contradecían entre sí o que resultaban completamente irreales. Por ejemplo, contaba que no aprendió a hablar hasta los seis años; pero que a los nueve ya llevaba una vida callejera, al punto de haber sido encarcelado por alcohólico, y que también a esa edad fue a pedirle trabajo al propio presidente de Argentina, Juan Domingo Perón. Lo cierto es que sí tuvo una infancia y juventud muy difícil (un hogar de siete hermanos, sin padre) y que a los catorce años estuvo encerrado en un reformatorio. Recién ahí aprendió a leer y escribir. Solía contar que hizo en tres años toda la educación escolar (de doce años “académicos”), pero esa es seguramente otra de las ficciones que Cabral elaboraba sobre sí mismo.
Su carrera musical la inició a mediados de los años cincuenta y como cantante folclórico, en la línea de Atahualpa Yupanqui, con el nombre de El indio Gasparino. En esa primera etapa de su carrera compuso una de sus canciones emblemáticas: “Vuele bajo”. En la década del sesenta comenzó a presentarse con su propio apellido, aunque cambiando su nombre original (Roberto) por el de Facundo. Como se sabe, Facundo o civilización y barbarie en las pampas argentinas (1845), es una de las obras fundamentales de la literatura de ese país. En esta nueva etapa, Cabral comienza a hacerse conocido; pero más que nada en España, país en el que tuvo una larga estadía. Y su mayor “éxito” como compositor lo logra con la canción “No soy de aquí ni soy de allá” (1970), mundialmente famosa en las voces de los cantantes Alberto Cortez y Julio Iglesias.
El regreso de Cabral a Argentina coincidió con la llegada de la dictadura militar. Identificado con la canción de protesta, Cabral tuvo que dejar pronto el país (afirmaba haber sido torturado repetidas veces) y pasó a radicar en México, desde donde realizaba extensas giras internacionales. En esas giras afirmaba haber conocido a los más importantes líderes políticos, intelectuales y espirituales de todo el mundo, quienes (siempre según las palabras de Cabral) solían reconocerlo como una persona especial, alguien que contaba con la “gracia divina”. Esos años, la década del ochenta, fueron su mejor momento artístico, con los discos El carnaval del mundo (1982), Ferrocabral (1984) y Entre Dios y el Diablo (1986), entre otros. En los años noventa su salud comenzó a deteriorarse, pues perdió la vista y enfermó de cáncer; pero continuó con su carrera de artista trotamundo (“soy un vagabundo first class” solía decir). La muerte lo sorprendió en plena gira artística por Centroamérica. Y aunque escribió y publicó varios libros autobiográficos (llenos de mentiras y exageraciones), todavía no existe una biografía confiable y objetiva de este peculiar artista y aventurero.
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