Tren de Aragua: herramienta de guerra asimétrica del régimen de Maduro

A fines del siglo pasado  Fidel Castro puso en marcha, desde el puerto de Mariel, un exitoso plan piloto, un Caballo de Troya del siglo XX, que aprovechó la simpatía por los muchos genuinos migrantes cubanos que buscaban refugio para infiltrar espías y criminales en EE.UU. a través de Florida.

Años después lo hizo a mayor escala, propiciando que refugiados sirios actúen involuntariamente como punta de lanza de la invasión musulmana del continente europeo. Le siguieron otras muchas oleadas (como los magrebíes en España). La noche del sábado último París fue testigo del más reciente episodio de violencia callejera organizada.

El Gobierno Venezolano (Hugo Chávez/Nicolás Maduro),  cuyo régimen es a todas luces una creación coordinada por las dictadura teocrática iraní con los servicios de inteligencia de las dictaduras rusa y china, perfeccionó la herramienta, empujando millones de venezolanos honestos al exilio para infiltrar entre ellos a miles de espías y delincuentes. Entonces se produjo la irracional apertura irrestricta de fronteras peruanas propiciada por PPK y KF, a quienes personalmente recomendé el establecimiento de filtros fronterizos. Lamentablemente la prédica previa “buenista” hizo que ambos prestaran oído sordos.

A inicios de aquella primera oleada Lima, tras una captura extrañamente pacífica de un fogueado contingente armado del Tren de Aragua, cuyo evidente objetivo (alcanzado) era ingresar como internos a los penales para poder controlarlos, un oficial venezolano disidente, asilado en Lima, me advirtió tempranamente del peligro del entonces aún desconocido Tren de Aragua. Esta es una organización nacida coincidentemente durante la gestión regional en Aragua del pro iraní Tarek Al Aisimi.  Iberoamérica toda no tardó en comprobar la dimensión de la amenaza que  EE.UU. enfrenta hoy por primera vez.

El Center for Secure Free Society ha  venido advirtiendo por años sobre la necesidad de tomar conciencia de la peligrosa utilización de la migración como un arma, y su carácter de unidad militar asimétrica para sabotear las democracias occidentales del continente americano.

El primer paso para derrotar a un enemigo es conocerlo y entender sus distintas dimensiones, por eso, de cara a una próxima elección presidencial en el Perú, se hace imprescindible que los líderes políticos genuinamente comprometidos con el Estado de derecho entiendan que, además de ser una organización criminal, el Tren de Aragua es una unidad de guerra asimétrica cuyo objetivo es la implosión del Estado peruano.

Solo entendiendo en toda su dimensión y la gravedad de la amenaza (que trasciende el campo meramente policial), será posible dejar de pensar ilusamente en repetir medidas que antaño fueron exitosas para derrotar a un enemigo diferente, y pasar a diseñar una estrategia innovadora que permita derrotarlos. Y se debe empezar desmantelando la evidente penetración criminal de las estructuras de los entes operadores de justicia (PNP. MP, PJ, INPE), del Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo, que ha generado esa indignante inseguridad jurídica que se suma a la inseguridad física que sufre la población honesta del Perú.