El Pulitzer y un desconocido

Cuando corría el año 1988, Carlos Lozada no imaginaba que sería la última vez que recorría las avenidas Javier Prado y la Vía Expresa de Paseo de la República para realizar su rutina diaria o simplemente pasear por la ciudad. Cambiaría las avenidas mencionadas por Twickenham drive y Douglas drive, las avenidas que limitan la Universidad de Notre Dame, en Indiana (Estados Unidos). Ahí estudió Economía y Ciencias Políticas para luego, en 1999, convertirse en editor en la revista Foreign Policy. Y 16 años después, trabajar en el Washington Post, uno de los diarios más importantes de Estados Unidos y de todo el mundo.

Lozada era reconocido en el gremio de periodistas de la primera potencia mundial por sus críticas a las memorias de los migrantes, la política, el feminismo y la literatura de no ficción. No obstante, en el Perú solo era conocido por sus familiares que residen aquí. Pero eso cambió cuando obtuvo el Premio Pulitzer, considerado como el Premio Nobel de la prensa escrita y visual, en la categoría Crítica correspondiente a este año. Inmediatamente después los principales diarios peruanos y los cibernautas empezaron a escribir de él y su vida, buscando saber más de nuestro compatriota y convirtiéndolo en una celebridad. Un gran cambio, pues para muchos de nosotros, y todo el periodismo peruano, Lozada había pasado hasta ahora completamente desapercibido.

Aunque suene cruel, no es extraño que no hayamos sabido nada de él en nuestro círculo de trabajo. Para empezar, la mayor parte de su vida Lozada la ha pasado en Estados Unidos, por lo que está casi desconectado de lo que pasa en nuestro país; al menos en su rubro de trabajo, porque no ha escrito ningún texto de análisis sobre los sucesos de la política peruana reciente. Seguramente está mucho más interesado por la cultura estadounidense que por la nuestra. No se le culpa ni critica por eso; es más, se le aplaude por su carrera intelectual y hoy más por el premio ganado. Pero sería interesante saber cuál es su análisis, como politólogo, con respecto al caso Lava Jato, la extradición de Alejandro Toledo o el mismo indulto a Fujimori, ya que la forma como escribe sus críticas políticas —enfocadas especialmente en Trump y su gabinete— puede llevar a cualquier persona a leerlo una y otra vez. En sus textos, Lozada suele , empezar siendo reflexivo y comparativo, para después pasar a narrar de manera emotiva y en tercera persona. Así lo hizo en su crítica sobre Healthy Holly.

No basta captar la atención del lector con un título, una bajada y un tema en específico que sea tendencia en su momento, es necesario meterse directamente en la mente del lector desde el primer párrafo para sensibilizarlo y que se pueda imaginar lo narrado. Eso es algo que Lozada aplica en sus textos de manera reflexiva, entretenida y fácil de entender, incluso en los temas más complejos; tal como el caso de Trump y su investigación, o cómo debería ser recordado George Bush padre. En el periodismo peruano necesitamos más personas que narren y reflexiones con seriedad, pero al mismo tiempo de manera fácil y entretenida. Necesitamos a analistas como Carlos Lozada. Necesitamos a Carlos.